Vélez cayó derrotado nuevamente en casa ante Talleres de Córdoba , por la octava fecha del Torneo de Primera División en la Argentina. Los goles para el conjunto cordobés llegaron primero en los pies de Jonathan Menéndez y luego a poco del final de partido lo sentenció Ramis. El Fortín sumó su sexta caída en el campeonato y encendió muchas alarmas.

Omar De Felippe reiteró esquema y nombres en su tercera presentación en el banco de la V azulada, con la única variante de Jorge Correa como compañía de Barcos y nexo con los volantes, como un potencial socio de juego de Héctor Canteros. En frente, el conjunto de Frank Kudelka de característica rápida que iba a aprovechar cada centímetro de campo que le regale Vélez para generar daño.

El arranque fue así, un Vélez que intentaba sociedades y que terminaba llegando con arrestos individuales de un Correa que exigió por verticalidad con remates desde afuera. Una clara fue un tiro de Coco de media distancia que lo obligó a Herrera a dar un rebote largo habilitando a Barcos que definió al cuerpo del arquero. En el primer tiempo, fue poco más lo que pudo el Fortín generar peligro en el área de la T. 

Inconexo Canteros en el medio, evidenció la falta de juego del equipo que depende de él ya que todas las pelotas pasan por Tito. Fue protagonista del gol de Talleres perdiendo el balón en la salida del equipo y con poca reacción para tratar de recuperarlo o detener el avance de Reynoso que encontró bien a Menéndez a espaldas de Caire para vencer sin problemas a Assmann. El primer tanto de la visita fue una clara muestra del momento de Vélez.

Desde allí fue toda desesperación. Un equipo que perdía confianza gradualmente con el correr de los minutos ante un Talleres que se acomodaba tranquilo en cancha y que no veía con riesgos la victoria que cosechaba desde el primer tiempo. Fueron dos más claras las que tuvo Vélez. Un remate con desvío de Gonzalo Díaz que dio en el marco derecho del arco de Herrera; y un cabezazo del pibe Durán (sumó su segundo partido en primera) que salió al medio donde estaba bien ubicado el meta. Poco más en ataque con claridad, para un equipo que debía buscar más por su realidad y su condición.

Un Vélez que con el correr de los minutos le quemaba la pelota en los pies, desde la reprobación desde las tribunas y lo que no se podía ofrecer en cancha. El sacrificio de Grillo fue el termómetro del hincha para el aplauso, demostrando también que con solo entrega no alcanza. Vélez necesita jugar al fútbol, porque debe y tiene para hacerlo; para de una vez por todas deshacerse de este momento nefasto y casi sin salida.

Cabe remarcar, que en el primer tiempo y con el encuentro sin goles, Delfino hizo caso omiso de dos penales grandes contra Vélez (hace 37 partidos que a Vélez no le dan un penal) primero con una mano de Guiñazú y luego tomando Komar de la camiseta a Grillo (se la rompió). También hay que remarcarlo, el juez omitió un penal de Díaz sobre Palacios. Independientemente de esto, la cuestión pasa por lo que no puede conseguir en cancha el equipo de De Felippe.

Vacío y dolor. Se resume lo mucho que cuesta asimilar el momento, mucho más que la derrota. Ya no importa quien venga y gane en Liniers, duele por el presente. Un Vélez que no encontró respuestas futbolísticas en una tarde de fútbol en el Amalfitani, que vio caer nuevamente al equipo en una alarmante depresión.