Decididamente no será. Tal vez no quiera ser. Pero sin lugar a dudas, que desde los números y los momentos en los que se pudo dar el salto justo para confirmarse en lo más alto ha sido un torneo esquivo para Vélez. Aún, siendo un campeonato que le ha otorgado licencias por los resultados ajenos que mantenían viva la llama de la ilusión y que curiosamente aún la mantienen (calculadora mediante) encendida.

Porque la derrota fría desde lo número ante Belgrano, es un motivo más para engrosar la lista de lo que no pudo ser para un campaña de Vélez que de todas maneras lo hace estar ahí. Pero sumar cinco presentaciones en casa, en el glorioso estadio José Amalfitani, sin poder ganar es demasiado para un equipo que aspira alto en el Clausura, el último Clausura en su especie ante la novedad de la reformulación de la disputa de los torneos en la Argentina.

Después comenzará a tallar el juego, para llegar a tratar de encontrarle palabras a una derrota, de las que no son muchas en el torneo pero que suman lo justo para hoy estar lejos de la cima. Porque la proximidad entre el encuentro durísimo del jueves ante Santos (que se cobró una víctima desde la lesión como Pancho Cerro) y este ante Belgrano; Gareca tuvo que optar por el recambio para seleccionar los nombres disponibles de una lista donde aparecen varios lesionados. Dos competencias totalmente distintas que a la vez hacen que uno se juegue demasiado en cada cita. 

Había que salir a la cancha y en frente la necesidad y la experiencia del conjunto cordobés, tenían la carta de presentación de un equipo que sabía lo que tenía que hacer en el campo de juego. Porque en la sumatoria de acciones claras de juego, Belgrano hizo poco para llevarse la victoria, que a la vez tiene poca objeción. Porque marcó lo que no pudo marcar Vélez por virtud de Andrés Silvera que metió la única que tuvo, no solo en el área sino en todo el juego ya que casi no tuvo contacto con el balón. Lo que sí, sorprendió en Vélez la pasividad de algunos nombres de experiencia (Canteros, David Ramírez, etc) que debieron ser los coordinadores de tanto piberío que buscaba cumplir con el requerimiento de entrenador.

Sin ningún tipo de dudas, de lo mejor que tuvo el encuentro fueron los debuts de los juveniles que ya en casi cuatro años integran una lista numerosa de llegadas a primera de la mano de Gareca. Porque el Negro David Lencina no se achicó ante la presión del debut en un puesto que no es el habitual para él. Marcó, metió y tuvo que ser reemplazado por una cuestión táctica que dispuso el entrenador. Porque también el pibe Eduardo Pucheta mostró el brío rebelde de quien quiere romper con la monotonía de un juego opaco. También bien por el desgaste sin pelota de Martín Blanco, que ya había debutado en Copa Argentina, pero que hizo su presentación en casa, ante su gente. Sufrió lo que sufre habitualmente Óbolo, en un equipo que tiene una tenencia de balón tremenda y que juega poco para sus hombres de punta de lanza. Por eso, también fueron contadas las situaciones de gol de las cuales dispuso Vélez para quebrar el cero del arco de Olave.

La matemática te mantiene vivo y expectante. El fútbol y algunos guiños que le hace en su andar del torneo doméstico, dicen que los objetos parecen más cercanos de lo que realmente están, como los espejos retrovisores de los autos. El hincha se fue con la voz en pedido de jueves y Libertadores. Es otra la historia. Es otro el capítulo. Es la misma pasión. Quizás, este encuentro ante Belgrano era el precio para pensar en Copa.

Twitter: @martineta16