Buenos Aires, Viernes 5 de Diciembre de 2014.(PRENSA VÉLEZ - Estadio José Amalfitani).
Fue una despedida con sabor amargo. Una patada en la boca de esas que te dejan saboreando la salada sangre. De estas que te dejan aturdido, tratando de comprender lo que tanto cuesta y lo que pudo ser. Porque cuanto más llegaba Vélez al arco de Torrico, más se evidenciaba la falta de definición del equipo que lo persiguió durante todo el semestre; más aún cuando venís de años en los que la dicha y la gloria fueron fantásticas.
Porque sin caer en el lugar común de los merecimientos, el equipo de Turu Flores mereció mejor fortuna en los noventa minutos que marcaron el desenlace de su actuación en el Transición en la República Argentina. Porque fue el único que buscó, el que intentó jugar en campo rival, el que tuvo la pelota, el que generó las situaciones; pero fue también el que cometió las mismas distracciones de cada fecha para irse derrotado, golpeado y herido pensando a futuro.
Tuvo tres de Pratto, con la más clara en el complemento que corriendo llevando a la rastra al Pichi Mercier llegó para puntear el balón ante la salida de Torrico y la redonda dio en el palo, pegó en el volante calvo del Ciclón y se fue afuera. Si no entró esa, no entraba ninguna, se dijo en cualquier rincón del estadio. Es que no fue solamente ésa la que no entró. A Vélez se le puso cuesta arriba al semestre por infinidad de cuestiones entre las bajas por ventas y luego las lesiones de jugadores claves como Nanni, Correa y Cubero que evidenciaban aún más la necesidad de comenzar a foguear pibes. Así y todo, teniendo a un Lucas Pratto en llamas que marcó 11 goles (todavía va con chances de compartir el cetro de goleador del torneo) y que fue el alma eterna de este equipo.
Pero evidenció desacoples que son el acta de defunción para cualquiera en el fútbol doméstico. Así fue como Villalba le comió la espalda a Papa y marcó el primero; así fue como queriendo reventar la pelota pegó en Domínguez y se anotó el tanto en contra. Así como Quilmes sacó ventaja en los primeros quince. Así como Godoy Cruz también lo goleó en Liniers. Así como una y otra vez lo sufrió en carne propia.
Por eso duele verse caer así. Por eso golpea la derrota. Lo que terminó siendo un torneo magro para Vélez, que tenía mucho de transición pero que sin lugar a dudas estaba para más... con defectos y virtudes.
Tal vez sirva como ilusión para mirar a futuro los grandes partidos de juveniles como Emiliano Amor (fue lo mejor de Vélez ante el Ciclón) y del prometedor Lucio Compagnucci. En ellos y en los Martelli, los Grillo, los Asad, los Pérez Acuña; se acomodará el Vélez 2015.
Puede haber sido la noche de varias partidas. La más significativa fue la que el hincha adoptó para mirar el vaso medio lleno del 2014. La del ídolo. La de Lucas Pratto, que se fue abrazado por el canto sagrado del reconocimiento a la lucha, la entrega y el sacrificio. Un Pratto que será siempre bandera de un equipo al que se animó a todo con su figura.
Mucho ya pertenece al pasado. En la mira estará el 2015, el arranque y lo que venga por delante. Que Vélez vuelva a ser Vélez es el máximo deseo.
Carlos Martino
@martineta16