Vélez arribó a Arroyito con el objetivo de mantener la senda triunfal y arrimarse a la línea de los líderes. Aún con ausencias de peso por molestias físicas, las bajas de Gago y Lucas Hoyos no resintieron la estructura del equipo, que tiene la partitura bien aprendida y privilegia lo colectivo por sobre lo individual.

El Fortín fue más, mucho más en una intensa primera mitad. Presión, rápidas asociaciones, movilidad permanente y búsqueda de los espacios vacíos son los atributos habituales de la formación de Heinze que quedaron en evidencia en el capítulo inicial, segmento en el cual Vélez fue superior a su rival aunque adoleció de justeza en el pase final.

Guidara, Domínguez y Robertone, todos desde fuera del área, probaron al arquero local aunque sin obligarlo a revolcarse demasiado. La clara estuvo en el pie izquierdo de Cufré, quien de tiro libre obligó a una gran respuesta del golero Ledesma.

Central ofreció una imagen pálida. Algo de Rius por la derecha, y algún desprendimiento de Rinaudo o Gil desde la mitad de cancha. El Colorado fue el encargado de exigir a Alex Domínguez con un zurdazo desde la medialuna, bien resuelto abajo por el guardameta ecuatoriano.

En el balance de los primeros cuarenta y cinco minutos, los dirigidos por Heinze dominaron las acciones, controlaron terreno y pelota, pero fallaron y carecieron de esa entrega justa para dejar a alguno de los futbolistas cara a cara con Jeremías Ledesma.

Crecieron los rosarinos en el complemento. Complicaron con el adelantamiento de sus laterales Molina y Brítez. Una trepada del marcador de punta izquierdo generó una polémica en el área velezana, que poco después se reiteró en la zona de fuego centralista, con una mano penal de Rinaudo ignorada por Penel. Hubo un remate de Gil que se fue afuera por poco, los de Cocca apretaban y jugaban el partido metidos en campo fortinero.

Vélez perdió la brújula en los primeros veinte. Cedió la posesión y el protagonismo, y el auriazul se adueñó del desarrollo. Gamba, rebote incluido, provocó una estupenda intervención de Domínguez.

Quizás producto del cansancio el trámite se rompió en los últimos quince minutos. Fue para cualquiera. De ida y vuelta. Desaparecieron las pausas. La zona media fue obviada por ambos conjuntos que quedaron muy abiertos. El gol se husmeaba, se olía en el Gigante.

Y el gol, el golazo, llegó con una definición de billar del ingresado Leandro Fernández. A los 36 se hamacó ante su marca en la medialuna y sacó un fortísimo derechazo bajo, que se coló bien pegado al palo derecho de Ledesma y durmió en la red pese a la estirada del arquero. Premio a la eficacia, a no bajar nunca las banderas del ataque y al delantero santafesino que hacía largo rato estaba peleado con el grito goleador.

El tanto fue un golpe letal para la alineación rosarina. Pudo ampliarlo el Fortín con una chance de Almada, reemplazante de Robertone. Se produjo la lógica embestida rival que fue con desorden a buscar la igualdad. Pero Vélez aguantó a pie firme los desprolijos intentos localistas. Tampoco tuvieron fortuna los de Cocca en el epílogo. Un cabezazo de Riaño dio en el travesaño, y Giménez devolvió sobre la línea, tras el rebote, una opción muy riesgosa que no concluyó en gol de milagro.

Los comandados por el Gringo desplegaron en Arroyito otra demostración de personalidad y disputaron el duelo con la mentalidad y el temperamento de un grande.

Fue un tiempo para cada uno. Pero los tres puntos se vienen para Liniers.

Gigante victoria de Vélez en el Gigante. Un triunfo que involucra al grupo en los puestos de vanguardia y lo instala a dos unidades de la cima, y con armas nobles para ir por la pelea del campeonato.

Domingo de festejo en Rosario, la orquesta sigue tocando.