Vélez tuvo un debut inmejorable en la tarde noche del viernes. En Liniers y abriendo la Superliga, el conjunto comandado por Gabriel Heinze se impuso con mucha autoridad ante Newell´s Old Boys, con tantos de Luis Abram y Matías Vargas, de penal.

Desde el pitazo inicial hasta el final de Echenique, el Fortín ejerció una presión absoluta sobre su rival; al punto máximo de tardar tan sólo cuarenta segundos en generar la primera chance y un minuto en abrir el marcador. Luego de ganar un córner, fue desde esa jugada que Vargas conectó con un centro bajo con Nico Domínguez, para que el 28 de media vuelta y desarmando el fondo leproso, asista en calidad a Abram. El peruano direccionó en soledad el balón con la cabeza y estalló el Amalfitani al son del grito de gol.

Es que a partir de esa presión alta que iniciaba el tridente Ramis, Vargas y Bouzat; Vélez se plantaba decididamente a recuperar rápido la pelota en el campo rival. Ese ahogo lo sintió tanto Newell´s que no pudo hacer pie en casi toda la primera parte. Los de Heinze fueron protagonistas absolutos de los primeros cuarenta y cinco minutos, y desde esa prepotencia, controlaron el juego.

En esa sincronización de presión, ataque y retroceso; el fortinero encontró el segundo. Desde otra pelota quieta, Fontanini tomó con claridad a Abram y el juez no dudó ante la clara falta, en marcar el punto penal. El Monito Vargas enseguida sujetó el balón y lo cobijó bajo su brazo, de la misma forma que lo acurrucó contra el palo derecho de un Ibáñez que voló para el otro lado. Una señal más que encontró Vélez en la tarde noche, de buenas sensaciones. Matías se hacía cargo no sólo del penal, sino también de la pilcha de jugador franquicia. A sus 21, asume ese rol con maduración y el equipo lo celebra.

Como también celebra la claridad-calidad de Nicolás Domínguez para multiplicarse en todos los sectores del campo y sumarle a su exquisito juego, sacrificio. El volante fue la bandera de un Vélez que fue encontrando seguridad con el correr de los minutos en lo que fue un estreno soñado.

En cuanto al juego, pudo el local ampliar la ventaja; mientras que la visita, disponiendo del balón en gran parte del segundo tiempo, nunca pudo incomodar a un tranquilo Alexander Domínguez. Sólo con un remate que lo revolcó en esa etapa, lograron los de Rosario romper con su modorra. Hicieron poco los de De Felippe, por impericia propia y por clara y notoria virtud de Vélez.

Un Vélez que juega a lo que pretende el entrenador. Un equipo que en este debut logró que ninguno de sus jugadores estuviera por debajo de los seis puntos. De ahí para arriba. Que se dio el lujo de mostrar una de sus más recientes joyas, con la primera presentación en la máxima categoría de Thiago Almada. Todo ganancia para un Fortín que sumó lo que tenía que sumar y que jugando de esta forma, se permite pensar mucho más en potenciar su juego que en usar la calculadora.