Como un precepto divino, como un legado inalterable. Así lo marcó desde su palabra en la semana y luego con hechos lo plasmó en la cancha. Porque haberse pronunciado en conferencia de prensa sobre el momento, con el firme objetivo de llamar a la unión de todas las partes para buscar salir adelante, fue sin dudas el primer acierto. Porque reconocer que es un deporte para valientes y salir a respaldar a su equipo cuando el encuentro lo ameritaba, arriesgando en pos del triunfo (ese que a veces llega y otras no) con variantes ofensivas; eso también es predicar con el ejemplo. Es un tiempo de valientes en Liniers, así lo bautizó Christian Bassedas.

Porque mucho se habló tras la caída en Junín sobre el presente del equipo y mucho más allá, con los fundamentalistas de la pérdida de categoría, aferrados a sus calculadoras y a la orden del día. Porque el plantel carga con el lastre de todos y cada uno de los partidos del 2015, sin importarle a nadie todo lo que se juega y lo que se apostó para este 2016. 

Está claro, la victoria ante Olimpo de esta noche no disimula defectos. Nada de eso. Los mantiene marcados y a la espera de la corrección. Lo que cambia es que esos cambios en pos de encontrar el mejor rendimiento, se realizan con aire, con el oxígeno suave y liviano y sin peso extra alguno. En la victoria del Amalfitani, frente al conjunto bahiense; Vélez ganó mucho más que los tres puntos. Vélez ganó en confianza.

Una confianza que debe ser el alimento de de una estima devaluada, que se alimenta con las mieles del triunfo y que en ese boca a boca, un triunfo va llamando al otro; y el día menos pensado (pero con mucho trabajo a cuestas) aparece afianzada la idea futbolística. Que si bien Vélez no luce aún en su juego, ya se muestra una característica firme y es la de jugarse, arriesgarse pleno.

Porque tras el traspiés ante Sarmiento, Bassedas paró variantes en cancha y las plasmó por los puntos. Con Correa arriba y si bien aún Coco está buscando su mejor forma, Pavone repartió las marcas de los centrales y tuvo mayor libertad para maniobrar. Y parte del trabajo también se vio plasmado en el primer tanto del partido, de pelota parada. Luego de tres intentos desde el rincón fallidos por el ejecutante pero con la idea de buscar el primer palo, a los ocho minutos Cufré mandó el centro desde la izquierda, Cubero la peinó en el primer palo y solo solito y solo, Nasuti empujó con una caricia a la red. Delirio en Liniers porque el equipo apretaba y se ponía arriba en el marcador. Porque el equipo buscaba el arco rival y tuvo varias pero siempre se quedaba en las puertas de estirar la ventaja. La más clara fue un cabezazo de Cubero que despejó con grandísimos reflejos Nerero Champagne.

Un Vélez que sufrió una vez más eso de pagar caros sus errores, esos que no te perdona para nada el rival. Entonces Aguerre tiene un error no forzado y le deja el empate en los pies a Cachete Acuña que no perdona. Pero el equipo si bien sintió el impacto, se repuso y fue. Como puede, pero fue. Y fue así que Bassedas mostró aún más su valentía en agotar variantes (salvo la salida de Giannetti por Pérez Acuña obligada) con todos cambios para ir a buscar el partido. Tantas veces se critican a los entrenadores, y pocas veces se les reconoce que incidieron en el resultado. Como Bassedas esta noche.

Fueron justamente los pibes, esos que tanto criticaron los que armaron la jugada del triunfo. El Tigre Romero robó la pelota con presión alta y rápidamente habilitó a Toledo que llegando hasta el fondo por derecha habilitó con un pase a atrás al mismo Romero, que con sus 17 años simuló una carrera deportiva de 754 encuentros, y se tomó todo el tiempo del mundo para colocar el balón lejos del alcance de Nereo (entró con suspenso) para pegar su primer grito grande en primera y para ponerlo a Vélez arriba en el marcador.

Después lo aguantó bien Vélez, a pura entrega y corazón; con el debe del fútbol que va a llegar por contagio. A puro aplauso y ovación sobre el final para un Pavone que dejó todo desde el sacrificio para con el equipo ganándose nuevamente el cariño fuerte del hincha. Las palmas también para un Somoza de nivel superlativo en la profundidad, quite y manejo. En líneas generales, Vélez fue todo un signo de valentía.

Con el escudo y la espada. Peleando fuerte. Es Tiempo de Valientes.