Es y da vida. Su figura contagia, ilusiona y mantiene firme la esperanza. Es la clase de jugador que no tarda en meterse en el corazón del hincha y rápidamente el dulce perfume de su encanto se propaga por el aire enamorando a todos y todos lo quieren. Es inevitable.

Porque gran parte de la levantada que mostró Vélez en la noche de Florencio Varela ante Defensa y Justicia, comenzó a justificarse desde la figura del ya emblemático delantero con el 12 en su dorsal que es bandera, el himno y la escarapela de este equipo. Porque todo o casi todo lo que toca lo transforma en gol y dio el salto goleador que le faltaba, que asumió casi sin que nadie se lo imponga a principio de campeonato. "Quiero ser el goleador del torneo", dijo en el Programa Oficial. No fue para nada una declaración más, esas que contentan al hincha pero que carecen de sustento en la cancha y que pasan a ser olvidadas a la brevedad. Así sumó un doblete en la visita al Halcón y con esa cifra se trepó a lo más alto de la lista de top scorer en la República Argentina.

Con dos definiciones exquisitas. La primera casi dominando la pelota y en un segundo abriendo el pie desde afuera del área para colocarla suave y lejos del alcance del longilíneo Pellegrino. La segunda para picar al vacío y llevarse a todos a la rastra de su potencia para definir también tranquilo a un palo. Las que tuvo y que por poco no facturó. Siempre marcando diferencia. Siempre con esa dupla de ataque y de entendimiento a la perfección con Milton Caraglio que cumple con un rol de asistidor inédito, dando cinco pases de gol en los once que lleva Pratto en el torneo. Tal vez, Caraglio no se luzca anotando, pero crea que ha sido siempre importante para potenciar a la Bestia. Si hay gol de Vélez, hay gol de Pratto. Es así. Una ecuación perfecta. El Fenómeno está on fire y se hace inevitablemente imposible retenerlo, aún sin haber escuchado sus palabras de buscar continuidad en el exterior.

Pero esta noche, Vélez fue Pratto y a la vez fue Vélez. Porque si bien sufrió y entró dormido (casi al minuto podría haber estado abajo en el marcador), de mitad de cancha para adelante, recuperó la frescura de jugar a un toque, de tocar para romper líneas, de ser inteligente con la pelota. Mucho de eso tuvo que ver que tanto Cabral como Desábato cumplieron con su trabajo a la perfección y ambos volvieron de sus respectivas lesiones con aires renovados. Porque encima el Perrito Romero jugó un partido de esos que siempre se esperan de él. Porque el resto siempre estuvo atento y más allá de sufrir con las escaladas de Benítez y Camacho sobre Leo Rolón; el Fortín con el correr de los minutos comenzó a construir la victoria.

Más allá de la polémica en la jugada previa del segundo gol de Pratto (Grillo derriba a Barbieri al borde del penal); el Fortín justificó durante los noventa minutos la victoria. Porque se pareció al Vélez que uno quiere ver, el que conoce, el que juega y que se vende caro ante cualquier postor. El Vélez que vive.

Que sea el punto de partida para terminar el año con una mueca de sonrisa y mirando al futuro con tranquilidad. Hoy debutó un juvenil más, de los tantos que hoy comienzan a ser una realidad en la primera. Hoy los pibes remplazan a los pibes y no es un dato menor. Pagan el crecimiento con experiencias, de las buenas y malas, a los golpes; esos que el hincha no puede esperar más con lo dulce aún saboreando en el paladar.

Que sea el inicio de una historia que se luzca más allá del encuentro que resta ante San Lorenzo. Que sea siempre Vélez. El que junto a Pratto, es vida.

@martineta16