Con sabor místico. Fiel a su estilo. Sufrir mil veces, para tener una inmensa alegría. Transitar por el camino de la angustia, para terminar en el éxtasis resonante de una victoria con la contundencia en sí misma. Luchar hasta ver salir la última gota de sudor. Mirar al cielo y saber que el camino es el correcto, que hay una porción de esa gloria destinada a tanto sacrificio.

Vélez tuvo que trabajar en demasía el encuentro para poder celebrarlo. Primero intentando por todos los medios, después sufriéndolo y aguantándolo como podía; para sobre el final delirarlo al punto máximo de la expresión. Rodar por el piso en un abrazo interminable como el de Ricardo Gareca con el Turu Flores. Quedar mirando a una tribuna que se desborda de locura, en un instante único de pararte en los umbrales de algo muy importante.

Porque ante tanto comentario que había generado la derrota pasada ante Boca, acentuada por el triunfo pasado de Lanús y su cosecha en racha favorable que venían a obligar compartir la punta; el equipo se puso de pie. En la visita al Islas Malvinas, Vélez cumplió con otro requisito en el formulario que debe completar cada equipo que quiere dejar su nombre grabado en la historia del Fútbol Argentino. Tildó otro casillero, a falta de dos por marcar para completar el papeleo en el trámite glorioso.

Porque jugó fuera de casa, más allá de que esas miles de almas en la cabecera humilde del estadio para el visitante era un horno en ebullición de algarabía, ante un rival de esos duros, que hacen de las diminutas dimensiones de su campo de juego un jugador más para los suyos dentro de terreno mismo. Porque con el correr de los minutos iba quedando preso de lo que traían las radios con su onda desde el Sur del Gran Buenos Aires. Porque Vélez no lo liquidaba acá y empezaba a pensar en lo que podía suceder allá.

Porque esa búsqueda desesperada lo llevó a cansarse rápido, al punto tal que en el complemento tuvo que soportar los embates de un rival que iba en busca de quitarle el dulce, de arruinarle la fiesta, de dejarlo mirando la nada. Primero avisó el juvenil Montoya y el larguero que defendía Sosa devolvió el remate a cancha. Después quiso Vildozo de cabeza golpeando las puertas del área chica con mucha comodidad pero encontrando la segura elasticidad y reacción de Sebastián Sosa para mandarla al córner con una mano. Para que también Matos pruebe de afuera y su remate vaya derechito otra vez a la misma porción de travesaño que minutos antes le había dicho no al intento de Montoya. Para colmo, el La Fortaleza, Lanús lo exigía al arquero Pincha, Silva.

Pero Gareca vio la reacción en el banco y apurado mando tres a cancha. Agustín Alliones, Jonathan Copete y Lucas Romero, agotaron las chances de variantes pero alimentaron el sueño que aprecía imposible. Porque en esas cosas que tiene el fútbol, justo cuando peor la pasaba el Fortín y se aferraba al empate con uñas y dientes, la justicia divina se dio cita sobre el field. En los 41 del complemento, Pratto bajó a buscar un balón que habilitó para Copete, que ni lerdo ni perezoso habilitó de cachetada más a la derecha a Allione que no tuvo más que llegar hasta el fondo, desbordar y encontrarlo al mismo Pratto, si el que inició la jugada, para darle un pase gol a la red y hacer estallar a la porción azul y blanca del estadio.

Por eso salió corriendo desaforado Pratto para arrodillarse y esperar el abrazo de todos. Por eso explotó el banco de alternos con gritos, saltos y brazos en alto. Así fue que Gareca fue en busca del Turu y ambos se encontraron revolcándose en un abrazo del alma. Claro que todo el hincha velezano deliraba en las tribunas, suspiraba, rezaba, imploraba y se ilusionaba con este Vélez capaz de todo en este 2012.

Cómo no lo vas a festejar si encima unos minutos más tarde y ya en el último minuto recuperado, Copete volvió a dar una asistencia de gol, pero esta vez para el Chucky Ferreyra que en un movimiento se puso de frente y en el mismo gesto técnico definió cruzado para ponerle firma definitiva a un partido que se festejaba porque también Lanús no había podido contra Estudiantes y Vélez quedaba nuevamente a falta de dos finales como único líder.

Por eso gritalo una vez más. Abrazate con el de al lado, busquen el piso y repitan la celebración del cuerpo técnico. Llore, está permitido emocionarse con este Vélez. Mire si estará permitido!!!. No había nada ni nadie que le podía empañar el domingo.

Son esos triunfos que no te visten por el juego sino por el momento en que ganás los encuentros. Son esos encuentros que te ponen e imprimen el sello de algo que todos vamos buscando. Porque los pibes de inferiores como Allione y Romero son variantes fértiles para Gareca y en ellos confía. porque juntos este grupo supo reponerse a todo y reinventarse, pero con las mismas bases inalterables, MADE IN GARECA. Como tiene que ser.

Será una semana interminable. Palpitando lo que será el cruce ante Unión en casa, donde puede darse todo. Pero sin dudas saboreando en el paladar lo dulce de una victoria como esta.

En el camino paso a paso que planteó Gareca, Vélez ha dado uno de dimensiones imposibles de imaginar. O tal vez... sí.

Twitter: @martineta16