Era una fija que las miradas iban a estar puestas más que nunca en este debut. Se podría decir, mucho más que en aquel estreno de hace unos tres años y medio, cuando el ciclo de Ricardo Gareca al mando del fútbol del Club Atlético Vélez Sarsfield daba sus primeros pasos. Por los que se fueron, por los que llegaron y por los que no. Por los que se promovieron, por el simple morbo de ver caer a un equipo que dejó partir a varios de sus referentes y al que muchos ya le firmaron el acta de defunción antes de salir al ruedo.

Porque cuando todos pagan lo que no tienen (y no deben) por los que quiere tener y no puede sostener, Vélez se mantiene en un camino inalterable que lo hace ser una vez más como tantas veces distinto a todo. Porque por más que el torneo cambie en su modalidad de definición, lo que no cambia justamente es Vélez.

El Fortín tenía una presentación de lujo y compleja en casa para darle inicio al camino del Torneo Inicial 2012 (valga la redundancia). De lujo, porque estrenaba una camiseta que como la campaña lo reza, tiene mística y hambre; además de ser una pieza hermosa que luce una V azul tremendamente atractiva. Compleja porque el rival era uno de esos equipos que gastó para reforzarse y lo hizo con nombres importantes. Por eso y encima en casa, lugar donde le había costado tanto ganar a Vélez en el ya recordado último Clausura.

A la cancha salió Gareca con sus jugadores luego de ensayar hasta el cansancio movilidad y sobre todo con dos jugadores jóvenes y surgidos de la cantera velezana. Así Agustín Allione y Brian Ferreira se presentaron desde el arranque para demostrar que están en el grado de madurez justa como para ganarse un lugar, el puesto y mucho más en la consideración no solo del técnico, sino también en la del hincha. 

Porque desde el vamos Vélez intentó más, en una cancha donde los restos del caudal tremendo de lluvia que cayó sobre la ciudad le pasó factura, pero desde lo que les costó hacer pie a los jugadores por lo blando del terreno. Poco a poco fue encontrando el juego, tal que a los dos minutos de juego fue el Pelu Allione quien quedó de frente al arco abierto por derecha y el remate se fue tirándole besos al poste derecho de Ojeda. Pero la noche soñada del hombre que lleva el dorsal 6 no se iba a hacer esperar. A los 15 minutos, una muy buena jugada de laboratorio en corto entre Brian y Allione terminó con el centro de este último para la cabeza en alto de Sebastián Domínguez que de emboquillada definió y abrió el marcador, el grito de gol y el delirio en Liniers. Porque 10 minutos más tarde, el mismo Domínguez buscó probar el parietal derecho tras un centro de Insúa desde la izquierda y no perdonó otra vez de cabeza para salir a gritarlo con todo y abrazarse con medio mundo. Vélez ganaba bien y lo castigaba con fútbol a un inconexo conjunto de Astrada. 

Las sociedades, los niveles altos llevan a uno a quedarse con varias figuras. Porque Domínguez escribió su primer doblete, porque Allione la rompió, porque Insúa fue contagio y una calidad tremenda para habilitar a Pratto en el tercero, porque Pratto justamente tuvo su premio a tanto desgaste con el gol que paró de pecho y remató fuerte y a colocar a un rincón; porque Montoya en lo poquísimo que trabajó resolvió bien; porque Papa fue impresionante por la banda; porque todos cumplen y juegan. Porque todos quieren dar claras muestras que la idea del entrenador no se resiente a pesar de las ausencias. Fue demasiado sólido este Vélez para un desorganizado Argentinos. El resultado lo cuenta.

De todas formas el camino es largo. La ilusión es gigante. Pero por sobre todas las cosas, tras un arranque inicialmente perfecto, la paciencia tiene que ser aún más grande... tanto como el aliento.

Twitter: @martineta16