Buenos Aires, Sábado 3 de marzo de 2012.

(Prensa Vélez Sarsfield - Estadio Islas Malvinas).

La previa y el marco de la tarde de sábado tenían toda la pinta de ser un encuentro donde las emociones no iban a faltar. Donde dos de los cuatro equipos que hasta antes de que se inicie esta cuarta fecha del Clausura, se iban a jugar la piel por seguir arriba dejando al otro momentáneamente en el camino. Con el condimento, además, de la pica que se genera por la cercanía de los barrios; más para ellos que para nosotros.

Así el plato fuerte de la tarde, en el momento en que Diego Abal daría el inicio del juego, no podía defraudar. Pero como todo lo que pinta para bien, a veces dista de estar muy lejos de serlo. En el plano de buscarle justificativos a este empate sin goles, sin fútbol y sin ideas entre Vélez Sarsfield y All Boys; uno puede atarse a varios aspectos que atentaron contra un gran partido de fútbol. En primer lugar el calor intenso de una tarde nefasta en temperaturas altas. Se lo vio muy apagado a Vélez en la explosión de tres cuartos de cancha hacia arriba, sofocado por el calor; tanto como su rival que priorizó la lucha más que el juego. Otro factor fue el pésimo estado del campo de juego. Si no alcanzaba con las diminutas dimensiones del rectángulo verde de Floresta, el deterioro del terreno también llevó a que en varias ocasiones, la pelota le juegue una mala pasada a los delanteros que la sufrieron una por lado: primero Matos en el segundo tiempo que le entró pésimo y luego el Rayito Ramírez que a un minuto del final y mano a mano con Cambiasso desvió el remate por arriba del travesaño.

En juego hubo un debe importante. En Vélez fue poco lo que pudo hacer Federico Insúa, que casi siempre recibió molesto por la marca pegajosa y alternada de Martín Zapata, Fernando Sánchez y Hugo Barrientos (un experto en faltas y simular). El Burrito Juan Manuel Martínez estuvo desconectado del encuentro, tanto que lo dejó solo luchando contra todo el fondo del albo a Mauro Óbolo que se ganó un diez en lucha, pero que no pudo disponer de ninguna para jugar. En el medio se hizo fuerte la figura de Zapata, cortando y jugando, hasta metiendo cuando el partido y la situación lo ameritaba. La pareja de centrales Domínguez y Ortíz impecables como siempre, aguantando y ganando en todas a Matos y Ferreyra. Pero también Vélez escaseó en la generación por las bandas, ya que Augusto Fernández se sintió mas aprisionado que nunca por la presión del rival y el terreno; más allá de que por la izquierda, Emiliano Papa fue de los partidos que van del año que más se soltó, poco pudo lastimar. Ni siquiera las variantes le dieron a Vélez la frescura que buscaba, con el Rayo Ramírez, Tito Canteros y Ariel Cabral.

El calor se vivió en el campo de juego por la condición climática. En las tribunas, en cambio, se vivió por la intensidad de un juego mal jugado con las piernas pero bien disputado con el corazón. El aliento siempre estuvo a la orden del día y le pusieron lo mejor a un encuentro que tuvo poco.

Es verdad, Vélez pudo ganarlo al final con la más clara del Rayito, la ya comentada jugada mano a mano que desperdició por arriba del larguero. Quizás le quedaba grande el resultado de triunfo para uno de los dos, cuando habían hecho todo lo posible por empatarlo.

De todas formas, el resultado no sienta mal. El punto suma siempre y cuando Vélez gane su próximo compromiso que será el lunes 12 de marzo en casa ante Olimpo, a la vuelta de la excursión por Quito por Copa Libertadores.

El mejor equipo del Mundo en el mes de Febrero arrancó Marzo sin ganar, pero manteniendo el invicto que lo llevó a estar en lo más alto de mundo. A veces, suele ser bueno para lo que vendrá demostrar que lejos de los brillos de los galardones mundiales, Vélez es un equipo terrenal. Aunque muy poco lo demuestre. El camino es largo y solo está fue una estación en Floresta.

Carlos Alberto Martino

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