Buenos Aires, Lunes 23 de noviembre de 2009.

(Prensa Vélez Sarsfield ? Estadio José Amalfitani)

Tentador. Así está el tramo final del Apertura para Vélez. Porque el Campeón supo despertarse (y de qué forma!) tras el bofetazo en la Sudamericana que casi le decreta nocaut técnico cuando aún queda muchos rounds por pelear. Delicioso. Claro que sí, con la panzada de goles que supo cosechar este equipo ilustre de Ricardo Gareca y que convida a más de uno al gran banquete del torneo doméstico. Calculador. Porque sabe que tiene que hacer las cuentas; porque si bien la lógica en el fútbol dice que está difícil, el fútbol nunca tuvo lógica y la matemática sigue dando saldo favorable. Bienvenidos al regreso del Campeón.

Porque si bien en frente tuvo a un muy pobre, golpeado Racing Club y porque además sufrió de sus propios errores; este Vélez recuperó gran parte de la personalidad (sobretodo de mitad de cancha en adelante) que lo supo coronarse hace poco más de cuatro meses. Porque supo tener una contundencia necesaria para ponerle cifras elevadas al costo de un encuentro que parecía torcido en el arranque. Porque también pudo ser mayor la cotización del encuentro de haber afinado un poco más el ojo en la puntada final. Vélez tuvo una noche de bastante hilo en el carretel y bordó dentro del campo de juego su certificado de supervivencia.

Porque se propuso salir de pobre tras dos derrotas por partida triple en su arco y zapatero en el arco de en frente. Porque apeló a una de sus mejores y mayores virtudes para conseguirlo: su corazón. Porque no se le cruza por la mente, para nada, el hecho de despedirse sin haber peleado hasta el final por una porción más de gloria en la gran mesa de sus vitrinas. Porque Vélez es sinónimo de grandeza y así lo demuestra.

Porque cuenta con un plantel extra large en cantidad y en calidad. Porque tiene a un Maximiliano Moralez en un nivel superlativo. Dueño total del fútbol; receptor de las peores artimañas del rival para intentar cortar su generación que de todos modos no pueden coartar. Porque el chiquitín del diez en la espalda es el maestro mayor de obras edificando el fútbol de este gigante con V azul en el pecho. Desagradecidos sean los que te insultan, Maxi. Ingratos aquellos que no supieron valorar el gol marcado que hoy les permite enfrentarte junto a Vélez. Agradecidos nosotros por tanta magia, tanto fútbol; porque sabemos darle el valor a un gol que vale más que eso.

Porque Vélez tiene un nueve que no es de área; sino de toda la cancha. Porque no solo está para definir el partido; también sale a jugar y juega, y hace jugar. Porque con Rodrigo López en cancha, Vélez encontró el antídoto a la amnesia de gol que aquejaba por el Sur. Porque metió la cabeza en uno y dos pases también para hacer gritar a otros. Porque de a poco le gana a aquellos que descreen de su valor.

Porque además, recupera a grandes valores como Nicolás Cabrera; hombre que coronó su regreso con un gran partido y le puso como frutilla del postre ese gol de cabeza, cuando la cosa empezaba a darse vuelta. Porque se celebra la pasión con la que gritó el gol; como si estuviese en cualquier grada del Amalfitani alentando. Así te queremos, Nico.

Porque cuando todos comenzaban a querer pintar nubarrones en Liniers, apareció una vez más el equipo. Seguramente hay muchas cosas por corregir que evidencian los ocho puntos que separan a este equipo del líder invicto del Apertura. Vélez sufre el juego aéreo y en la última línea cuando se lo ataca. Pero bueno, muy pocas veces se le puede encontrar defectos a una goleada como la de esta noche.

Racing penará por lo que le falta y es altamente preocupante. Claudio Vivas merece un mejor camino por su entereza, su gran persona y su sentir futbolístico. Ojalá así sea. Mientras hoy en los diarios, tendrán que poner nuevamente a Vélez en la lucha. Una lucha que nunca abandonó. Gareca no pecó de optimista; su corazonada fue el ritmo en latidos que le regala su equipo.

Carlos Alberto Martino.