Buenos Aires, Domingo 3 de mayo de 2009.

(Prensa Vélez Sarsfield ? Estadio La Ciudadela).

Los que lo perseguían le habían hecho un guiño extra en este andar ilusionado con el que transita el presente Torneo Clausura de Primera División. Los puntos que perdieron aquellos que vienen detrás en la procesión, le imprimió un tinte nuevo a esta supuesta presión que se acumula en la escala de valores junto al importante invicto, la valla menos vencida y el tener a uno de los goleadores del campeonato. La mesa estaba servida para un gran banquete del que Vélez sólo pellizcó un bocado.

Ese bocado que tiene un sabor agridulce, porque si bien terminó doblegando al Santo Tucumano en los instantes finales (donde debió ganar y traerse merecidamente los tres puntos de La Ciudadela), también la pasó feo en algunos pasajes del segundo tiempo, hasta que Sergio Pezzotta quiso resguardar su honestidad y frenó el embate tucumano para que saquen una bandera que llevaba su nombre.

Ojo, también el árbitro fue un gran responsable de que el encuentro finalizara en tablas, al no cobrar un claro penal a Jonathan Cristaldo quien se prestaba a encarar sin resistencia a Gutiérrez; y como si esto fuera poco, el defensor de San Martín se tenía que ir de la cancha por último recurso. Nada de esto sucedió, sino la historia tendría otro cantar.

¿Qué hizo este Vélez de Ricardo Gareca para intentar llevarse los tres puntos? Todo. Dispuso de innumerable situaciones de gol para quebrar el cero; sin embargo, acusó una gran ineficacia en la definición, en el último toque y eso a la larga, la pagás caro. De arranque nomás como siempre acostumbra, al minuto y medio de juego ya contaba con las dos mejores y las más claras pero falló mostrando un claro anticipo de lo que sería el desarrollo del juego. Desde el arranque no varió su identidad y fue en busca de la victoria, aunque con el correr de los minutos sintió el peso de jugar de visita ante un equipo que siempre lo respetó pero que por su condición insinuaba más. En el segundo tiempo, fue el que más y más claro llegó; más allá de una jugada preciosa que descolgó a mano cambiada el arquero Germán Montoya. Lo tuvo Larrivey y falló; más tarde Cristaldo en la más clara y le pifió. Qué decir del final, con la tapada de Gutiérrez agónica y ese cabezazo de Nico Otamendi que se estrelló en el travesaño para ser seguido del pitazo final de Pezzotta. Vélez en ofensiva hizo todo lo que tenía que hacer pero falló en la última puntada.

¿Sirve este punto en la distante Tucumán? Mucho. Porque si bien no se escapó como se deseaba y ante los puntos que perdieron los que le ven el número en la espalda, se mantuvo un invicto que fortalece, que inspira, que motiva y que ya suma doce encuentros sin morder el polvo. Porque se enfrentó a un rival que lucha en la parte de la tabla más dura, la del descenso; en un estadio colmado en donde varios grandes cayeron derrotados y se fueron con más que las manos vacías. Porque se dio un paso más en este camino que marcha inalterable por el Clausura.

¿Cosas para mejorar? Sí, señor. A Vélez le faltó un poco más de fútbol, con respecto y referencia de los encuentros anteriores. Si bien tuvo una actuación aceptable, la idea de Gareca de juntar a Velázquez con Razzotti en el centro del campo no terminó de convencer y finalmente se decidió arrancar el complemento con Leandro Coronel en cancha, quien terminó con una muy buena actuación. Bien por Gastón Díaz; soberbio lo de Nicolás Otamendi; Seba Domínguez, Poroto Cubero y Emi Papa precisos; Razzotti aplicado; importante lo de Germán Montoya para estar cuando se lo necesita. Poco de los hombres de ataque. López insinuó y siempre jugó al fútbol fiel a su estilo. Larrivey todavía no encuentra el rumbo que perdió hace algunas fechas y que añora inexorablemente. Cristaldo apareció en el segundo tiempo en un flash. Martínez entra y es importante; Nanni bien como referente de área. Sin dudas, hoy Vélez lo extrañó a Zapata, líder dentro del campo de juego y del fútbol del Fortín. Ahí perdió los dos puntos del único que cosechó.

¿Es posible seguir soñando? Obvio. Todavía queda fresca la imagen de todo Vélez buscando la victoria hasta el último momento, con todos dentro del área defendida por Gutiérrez para conseguir lo merecido. Aún el parante horizontal del arco sobre la cabecera local tiembla nervioso y culpable de negarle la gloria a un equipo que se anima el campeonato, que va al frente en cada nueva parada. Tal vez, la pelota caprichosa se guardó para dentro de poco menos de una semana, cuando quizás Rodrigo López, Joaquín Larrivey o quien sea, la pare dentro del área y Vélez le empiece a ganar a un Racing que viene resucitado.