Buenos Aires, Sábado 18 de abril de 2009.

(Prensa Vélez Sarsfield ? Estadio José Amalfitani).

Pareciera que este Vélez no le teme a eso de andar por las alturas. De treparse en lo más alto del campeonato, mirar para abajo y sentirse realmente importante como lo es. No sufre de vértigo, ni mucho menos de miedo escénico. Se siente cómodo, disfruta de cada minuto en el que se ponen en juego mucho más que tres puntos, mostrando una serenidad característica y muy destacada. Redobla la apuesta, va al límite con el latido del corazón, ese que amaga a abandonar cuando no se termina de liquidar el encuentro. Sin embargo, goza, disfruta, gana y suma.

Porque más allá de tener la obligación impresa de ganar para recuperar nuevamente la punta que perdió momentáneamente a manos de Colón (le ganó a Independiente ayer y es el próximo rival de turno); se suman algunos ítems más en esta mochila que carga fecha a fecha que en su andar los hace bastante livianos. Porque pareciera que no le pesan los ahora 10 partidos invictos en este torneo (6 victorias y 4 empates).

No tiene miedo a tropezar; en realidad, no concibe en su esencia el hecho de sumar una derrota a su tabla general de posiciones. Entonces se muestra firme, sólido y candidato. Porque tampoco ejerce ningún tipo de peso el tener una de las vallas menos vencidas en el Clausura; y esto, justamente, realza una cualidad fundamental del punto más alto del equipo: La defensa.

Porque sin caer en una obvia cursilería, en el fondo del equipo se solidifica, se materializa el espíritu ganador de este equipo. Porque encuentra en Germán Montoya el hombre en quien descansar cuando se filtran algunas jugadas, y Montoya responde con gran seguridad. Porque tiene dos centrales de jerarquía como Seba Domínguez y Nico Otemndi (no por nada Maradona lo llevó a Ezeiza) que ganan de arriba, que muerden de abajo y que conforman la aduana impenetrable del fondo. Porque Emiliano Papa va y viene, juega y marca, roba y crea. Porque Gastón Díaz se suma y se contagia. Desde allí comienza a gestarse esta realidad que hoy es Vélez.

Porque después se complementa con un medio campo comandado a la perfección por Víctor Zapata. El Chapa no solo se ganó el corazón del hincha sino que también se ha confirmado como un jugador con el tiempo de maduración perfecta y todo Vélez lo disfruta. Porque a su lado tiene un jugador exquisitamente técnico como Franco Razzotti que le sumó la marca que le faltaba a su juego para que hoy no se extrañe la ausencia de un gran referente como Leandro Somoza.

Porque también en la creación cuenta con gente que valora el sacrificio de los de atrás y se parte el lomo para no sólo jugar, también en la marca. Lamentablemente Vélez pierde a un Maximiliano Moralez (lesión muscular en el recto de pierna izquierda) que estaba brindando su mejor versión. Rápido, profundo, eléctrico se mostraba Frasquito hasta que ese fuerte dolor lo dejó fuera de cancha. Porque además el Bebu Velázquez mostró la personalidad para hacerse cargo de un lugar dentro del equipo y no desentonó dentro del marco de su juventud.

Porque cuenta con un Hernán Rodrigo López on fire, encendido, intratable; que suma goles a su cariño con la gente, que acumula gritos de gol a esta torre de ilusión que crece fecha a fecha. Los fabrica, los hace, y los celebra. El ABC del delantero y goleador. Ese que se gana después de cada grito como un rito el ?u-ru-guayo!! u-ru-guayo!! u-ru-guayo!!?, como cántico de guerra. Porque tiene a un Joaquín Larrivey que por más que esté lejos de ser la mejor versión de él mismo; muestra la personalidad para tomar el balón, fallar y seguir en cancha dejando todo tratando de ganarse a si mismo. Bien por Gareca que lo mantuvo en cancha con un guiño de confianza, justo para que López también se lleve la gran ovación de la noche. Más cuando Leandro Coronel ingresa para sumar y marca su primer gol en primera y sentencia el marcador a favor de Vélez. Redondo amar.

Bien para Ricardo Gareca que es un gran responsable de este presente, por la serenidad en su palabra, por la simpleza de su trabajo. El conductor necesario para este tren que avanza sin pensar en detenerse.

Porque si bien este Vélez tiene exceso de confianza en los segundos tiempos, sabe a lo que juega, y lo demostró una vez más desde el comienzo apabullando a un pobre Arsenal. Porque se toma todo el tiempo del mundo para madurar el nocaut del rival, aunque sufra y se coma algunas manos en esa búsqueda.

Anochecer de un día agitado y de andar en las alturas. Vélez se va a dormir una vez más mirando a todos desde arriba, con los pergaminos que ostenta intactos colgados en su pecho y pensando en la gran final que le depara el Clausura en tan solo siete días y en tierras santafesinas. Invicto de ilusión.

Carlos Alberto Martino.