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La conmovedora historia de Matías

Se llama Matías Noseda, tiene 11 años, hizo un gran esfuerzo para ingresar la cancha y ver a sus ídolos vistiendo la camiseta de su equipo favorito. Esta semana pudo cumplir uno de sus mayores anhelos, ver jugar a su Vélez en casa por la Copa Argentina.

Se llama Matías Noseda, tiene 11 años, hizo un gran esfuerzo para ingresar la cancha y ver a sus ídolos vistiendo la camiseta de su equipo favorito. Esta semana pudo cumplir uno de sus mayores anhelos, ver jugar a su Vélez en casa por la Copa Argentina. Pegado al alambrado en la tribuna popular su corazón no paraba de latir cuando las bombas de estruendo anunciaban el ingreso al campo de juego de las figuras del equipo de Liniers. Mordía sus labios con fuerza para evitar estallar en llanto, su corazón quería salirse de su pecho, no es para menos en su corta edad su sueño se estaba haciendo realidad, al menos uno de ellos, quizás el más importante. No sentía frío ni el bullicio de los hinchas, sólo el latir de su corazón que se aceleraba más y más. Cada minuto del partido lo vivió con emoción rodeado de sus amigos del barrio, los mismos que valoran el enorme esfuerzo que a diario hace, por la mañana va a la escuela 224 al sexto grado, querido por su maestra, respetado por sus compañeros por estudioso, responsable y solidario. Por la tarde, cuando debería estar jugando como cualquier chico, recorre las calles vendiendo pan para ayudar a sus papas y a sus seis hermanos. Admirado en el barrio por su notoria madurez a pesar de su corta edad, tiene los objetivos muy claros, cuando sea grande quiere tener su propia panadería. 

Al terminar el partido, miró al cielo y agradeció a Dios. Siempre pegado al alambrado buscaba con la mirada a alguien, a algún jugador que se acercase para expresarle toda su admiración.

Sus gritos, su suplica tuvieron respuestas, uno de sus ídolos se acercó al tejido y a pesar de ser cientos los hinchas, sólo lo escuchó a él y para él fue la camiseta, entre forcejeos alguien más la tomó y se la quitó, la bondad de un policía que actuó rápido permitió recuperar ese pedazo del alma velezano. Fue allí que ya no pudo contenerse y abrazado a su casaca derramó las lágrimas que había juntado durante todo el cotejo. Sólo él podía entender el significado de ese llanto que liberó su cuerpo y su alma. 

Vivió en menos de dos horas momentos que serán imborrables, que permanecerán marcados a fuego para siempre en su vida. El sueño que aquel miércoles 11 de mayo se hizo realidad.

Noticia publicada en www.siempreformosa.com.ar