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Por esta victoria siempre...

Vélez volvió al triunfo en casa frente a Rosario Central gracias a dos goles de goleador de Mariano Pavone en el amanecer de cada tiempo. En la búsqueda del mejor juego, los de Bassedas mostraron efectividad para ganarlo y una personalidad tremenda para cuidar la victoria. Suma en confianza.

Pavone casi premonitorio en el festejo del primer gol en una tarde perfecta. El Tanque anotó dos, fue figura y Vélez volvió al triunfo.
Por Carlos Martino

Se sintió como un desahogo. Fue mucho más. Esa rabia contenida de quince días, esa furia por desatar con mezcla de sensaciones que se alimentó con la ansiedad, el nerviosismo y la pasión. Tantas palabras fueron pasando debajo del puente en estos días. Tanto se habló, que solo quedaba la instancia de saltar al terreno de juego y ganar.

El recibimiento en la previa del hincha en las puertas de estadio mientras el micro de los jugadores ingresaba, sin dudas fue el contagio, la motivación extra para lo que iba a pasar. Porque Vélez venía mentalizado con todo para esos noventa minutos en casa. Los primeros de la temporada, con sus pro y sus contras.

Un Vélez que no renunció al esquema de dos puntas por más que Hernán Barcos llegaba tocado al encuentro, pero lejos de bajarse, buscó un lugar entre los relevos dejando lugar en cancha a un Maxi Romero que había hecho méritos suficientes en la semana para quedarse con el puesto.

Fue así. Tanta rabia contenida encontró su explosión. Tardó 7 minutos Vélez en hacer volar por los aires al Amalfitani. La electrizante gambeta de Gonzalo Díaz sirvió para sacarse de encima la marca, probar de media distancia con la fortuna de un desvío en el camino que habilitó solo a Romero. El Tigre en el área y cara a cara con Sosa definió pero el golero uruguayo de gran destreza contuvo. El rebote fue a parar a Pavone que en el área, de cachetada con su derecha y arriba pegó el grito fuerte en la tarde soleada de Liniers. Un gol que fue el desahogo contenido y que a su vez, ahogó al murmullo, el nerviosismo y la ansiedad que podía crecer con el correr de los minutos. El Tanque pagaba con gol su maestría (en el día del Maestro) goleadora.

Más, si una jugada más tarde tras otro desborde de Díaz encontró casi en el punto de penal solo a Romero que definió fuerte y abajo de cabeza para estirarlo una vez más a Sosa que con gran reflejo desvió el remate.

El equipo de Bassedas merecía con creces la victoria. Fue ambicioso en el arranque y lo justificó en la red. Díaz desbordaba y Cáceres imponía respeto en la mitad de la cancha. Somoza se paraba firme y casi siempre cortó con tiempo y jugó con criterio. El Flaco con el correr de los minutos y tras los noventa, fue sin dudas una de las figuras de Vélez. Hasta tuvo en el complemento la chance de ampliar el marcador con una gran jugada colectiva que lo terminó encontrando en la puerta del área con un remate que se fue muy cerca del palo derecho de Sosa.

Un gol que fue el desahogo contenido y que a su vez, ahogó al murmullo, el nerviosismo y la ansiedad que podía crecer con el correr de los minutos. El Tanque pagaba con gol su maestría (en el día del Maestro) goleadora.

Volviendo al primer tiempo, el Fortín con el correr de los minutos comenzó a cederle el juego al equipo de Coudet que de todas formas, con un Lo Celso confuso arrimaba poco peligro. Tuvo dos en los pies de Marco Ruben mano a mano que tapó fantástico Aguerre. Alan que tapó las que tuvo que tapar para ayudarlo a Vélez desde el arco con su gran trabajo.

Peligrosamente, el encuentro caía en la monotonía sin riesgos y sin asumirlos; tanto de uno como de otro. Central con la obligación de ir no encontraba los caminos y Vélez no podía tener el juego en la mitad del terreno.

El complemento fue otra cosa. Al minuto, una buena escalada de Caire (gran partido) lo encontró en una pared con Robertone para que el lateral siga hasta la puerta del área. En tres que atacaban ante dos en defensa abrió el juego a la derecha para Romero que pisando el área mandó el centro al medio para que otra vez Pavone defina alto y a la carrera para sacudir una vez más a Liniers en una tarde fantástica desde su efectiva y hambre de gol. Todo Vélez se abrazaba a una victoria esperada, anhelada, deseada. Pavone mostraba una vez más el valor de tenerlo, de disfrutarlo y su calidad goleadora alcanzando los 100 goles jugando en el país (cifra que supera con sus experiencias en el exterior).

En juego volvió a faltarle claridad, sobre todo con los espacios tras la expulsión de Salazar en la visita; pero sin embargo, la victoria para este Vélez tiene mucho más que esos tres puntos. Una victoria que sostuvo desde la contundencia de llegar y golpear en los momentos justos; pero también para poder sostenerse atrás, atento y sin las distracciones que en varios partidos le coartaron las chances. Vélez ganó en madurez desde lo defensivo, para no dejar a un rival que generalmente intenta hacerlo y tiene intérpretes para hacerlo muy bien.

Vélez tuvo valores individuales muy altos como los de Pavone, Somoza y Díaz; y hasta se dio el lujo de hacerle sumar minutos y jugando con mucho criterio a Hernán Barcos. Bassedas acertó cuidando a Cáceres tras la amarilla y una pierna fuerte a los 13 del segundo tiempo con el reemplazo del paraguayo por Zabala para evitar la expulsión.

Una victoria que dure para siempre. Desde el aliento del hincha, a la entrega del plantel. Que sea el comienzo de la mejor historia.

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