Cualquier equipo en el planeta futbolero extraña a su nueve, a su goleador. Sin dudas que en ese minuto veinte del segundo tiempo, cuando se acomodó en el área tras ese pase atrás y le ganó la posición a Benegas; en ese preciso momento en el que dio media vuelta y de punta rompió el arco de Broun; en ese mismo instante rompía con cada uno de esos 49 días traducidos en seis ausencias, por ese aductor maldito. Ahí, es donde ratificás la necesidad de contar con tu hombre referente de área.

Es lógico que nada te garantiza nada en el fútbol ni ayer ni hoy, pero la presencia de Pavone en cancha hizo la diferencia. Porque además, el equipo se mostró en cualidades necesarias para no perder nunca la cabeza. Esa que tantas veces se voló cuando corrían los minutos y el marcador no se movía a favor y terminaba cambiando rápido pero en contra. Un Vélez que leyó bien los momentos del partido y que se llevó un premio de tres puntos que venía mereciendo por chances en el juego; dándole una gran importancia con esta victoria al punto luchado y trabajado de hace una semana en el Monumental.

Porque esta victoria en casa ante un pobre y muy deslucido Sabalero, viene a levantar aún más la confianza; esa que va creciendo con los resultados y por los soldados que vas recuperando en el camino. Porque de a poco todos van ingresando en la sintonía de juego que pretende el entrenador y se nota desde su mano, desde cada cambio que siempre fue para buscar el arco rival, que siempre fue para ir a buscar ese protagonismo olvidado en los últimos meses, en el último año. Fue vital entonces recuperarlos a Pavone y a Zabala; y llega el momento de esperarlo a Coco Correa, de contar nuevamente con Blas Cáceres, de también verlo recuperado a Fabián Assmann; a todos.

Es difícil analizar un juego donde el rival no te pateó dentro de marco, donde Aguerre no tuvo que revolcarse, porque el arquero de Vélez no tuvo atajadas. Colón pateó a puerta en cinco oportunidades en los más de noventa minutos de juego, y esos cinco disparos se fueron desvíados. Algo que habla sin lugar a dudas de las falencias del conjunto santafesino, pero que también da carta franca a la solidez defensiva que va mostrando el equipo. Fue emocionante ver la presión de todos en Vélez en la salida de los dirigidos por Johansen, con un Kolacha Desábato como bandera de ese pressing.

Porque en el arco rival fue madurando el nocaut. En el primer tiempo con dos muy claras de Pavone y otra tremenda de Toledo que tapó Fatura Broun. Porque en el complemento siguió merodeando hasta que el Tanque rompió el cero, su ausencia y la garganta de todo el Amalfitani que le dio la bienvenida en su regreso con la mejor de las melodías que es la ovación. Pavone es idolatrado y Vélez vuelva de su mano.

Porque en el complemento siguió merodeando hasta que el Tanque rompió el cero, su ausencia y la garganta de todo el Amalfitani que le dio la bienvenida en su regreso con la mejor de las melodías que es la ovación. Pavone es idolatrado y Vélez vuelva de su mano.

También fue importante la ovación que recibió Leandro Somoza (se fue con un golpe), merecido para uno de los tipos que realiza el mayor desgaste en cancha y que pone la cara siempre. Así empezás a destacar a todos, desde la seguridad y firmeza de Nasuti hasta el don servicial de equipo de Pérez. La clausura del arco en poco más de tres juegos de Alan Aguerre, mostrando buena presencia luego de un arranque turbulento. Como el Tigre Romero, que en tan solo 10 partidos disputados en primera ya suma tres conquistas, que como la de esta tarde, marcan su ángel para el gol. Todo Vélez comienza a acomodarse.

Por esos puntos que dejó en el camino la matemática no le permiten siquiera aspirar al segundo puesto para meterse en la Libertadores; pero cada uno de las 22 unidades que tiene sumadas en el torneo tiene el sudor de la entrega y de hacer lo mejor de una campaña que aún a falta de dos juegos, está siendo muy buena. Porque se suma y a la vez se crece. Porque Vélez levanta vuelo y lo hace en Tanque.