Vélez Sarsfield dio el golpe en el Sur del Gran Buenos Aires. Durante la noche del sábado, los dirigidos por Miguel Ángel Russo vencieron en los últimos segundos del tiempo añadido a Lanús, con un gol de Yamil Asad y de esta forma dejaron atrás una racha negativa de cinco presentaciones sin poder alzar una victoria (fueron cuatro derrotas y un empate). Además, con esa victoria y esos tres puntos, acortó distancias y se puso a tan solo dos unidades de meterse en la Liguilla Pre Sudamericana.

En un encuentro al que le faltaron situaciones de riesgo en las áreas, el Fortín hizo lo justo para llevarse el triunfo en el último suspiro del juego desatando una alegría inmensa y un desahogo aún mayor. En la semana el entrenador había probado la variante de parar un mediocampo con Leandro Somoza como volante tapón, mientras que tanto Braian Cufré y Leandro Desábato (cada uno a su lado) abanicaban la zona y presionaban arriba. Mientras que Hernán Toledo por izquierda y Yamil Asad por derecha eran los encargados de sumarse a la marca y también acompañar a Milton Caraglio en el ataque. Mientras que Lanús, sin algunos nombres importantes a la espera del encuentro del viernes por Semis de Copa Argentina ante Boca, mantuvo su clásico 4-3-3 del Mellizo Guillermo, con un alto porcentaje de tenencia de pelota.

En el primer tiempo intentó Vélez con Toledo por la izquierda y la movilidad de Caraglio pero casi siempre llegaba al arco de Ibáñez con remates débiles. Lo tuvo el debutante Cufré y también en dos oportunidades Asad, pero todos los remates llegaron mansos al portero. Sin casi situaciones de riesgo, Vélez se paró bien en cancha con una solvente actuación de la pareja central Amor-Giannetti; con un Somoza muy prolijo y efectivo y un Desábato mordiendo en toda la cancha.

Si bien se metía en el juego y los dos trataban de imponerle ritmo al encuentro, casi que se olvidaban de los arcos. El Granate mostró su mal momento de juego a veces sin ideas y buscando aportes desde el banco para encontrar las respuestas que no daba en cancha. Así fue que el ingreso de Lautaro Acosta le imprimió otra impronta y fue el ex Boca el que se las rebuscó en el área para sacarse la marca y disparar a puerta. El balón fue rozado por Aguerre y el travesaño generando un córner y la única clara de partido para el local.

Pero cuando todo se encaminaba al encuentro sin goles, a falta de diez segundos de los tres minutos que había agregado al tiempo reglamentario el juez Echenique; Somoza dominó el juego y con un golpe de vista divisó la diagonal del Turquito y metió un pase exquisito marca Pirlo para que el juvenil de Vélez se encare con Matías Ibáñez y en el duelo mano a mano, cara a cara, defina de cachetada cruzado abajo y salga corriendo con la boca llena de gol y desahogo a tirarse de cabeza en un rincón de la Fortaleza.

Somoza dominó el juego y con un golpe de vista divisó la diagonal del Turquito y metió un pase exquisito marca Pirlo para que el juvenil de Vélez se encare con Matías Ibáñez y en el duelo mano a mano, cara a cara, defina de cachetada cruzado abajo y salga corriendo con la boca llena de gol y desahogo a tirarse de cabeza en un rincón de la Fortaleza.

Cuánto desahogo para Vélez lo que terminó siendo victoria con el pitazo final una vez que se reanudó el juego. Cuánto se necesitaba la victoria para encaminar la suerte de un torneo que le ha sido esquivo, que no altera sus registros flacos, pero que sin lugar a dudas estos tres puntos le quitan la presión de encima a muchos chicos para esperar el encuentro ante River con más tranquilidad.

Una victoria que en ese abrazo del final y la alegría en los rostros de muchos de estos pibes que están sufriendo lo tan hermoso que es jugar en primera, encontraron el precio justo de recompensa a tanto sin sabor. Es cierto, mucho deberá mejorar Vélez desde lo futbolístico para lo que viene y poder hacer de estas victorias una moneda corriente. Pero qué importa... la necesidad te lleva a no importar a veces el cómo se gana. Hoy Vélez tuvo la fortuna de acertar la última jugada, la que no tuvo ante Huracán, que hubiese cambiado tal vez el destino a las últimas fechas pasadas.

El Hincha velezano se fue feliz, exhultante, de volver a cantar victoria, de sacarse la mufa de no poder verlo de visitante hace tantos partidos y que el equipo vuelva a la victoria. Un grito sagrado. Un grito del corazón.