Viene alto este Vélez. El que arrancó el nuevo torneo de 30 equipos en la Argentina de la mano de Miguel Ángel Russo. El que muestra carácter para sostenerse en cada minuto que va construyendo la identidad que lo lleva a ganar los partidos. Aún sin brillar, con más ímpetu que con belleza, pero va... va tomando vuelo.

Porque más allá de algún sofocón en los tramos finales, justamente luego del precioso tiro libre que cambió por gol Nicolás Martínez (entró en la historia de Crucero del Norte al marcar el primer gol en primera del equipo) donde la visita se contagió con verse tan cerca en el resultado, pero inevitablemente lejos en el juego. Porque Vélez, entonces, lo ganó con comodidad. Tal vez, mereció haberse ido sin dudas con la ventaja en el marcador en el primer tiempo.

Esa ventaja que tanto le costó en la primera etapa pero que tan rápido consiguió en el complemento. Porque a los tres minutos de la segunda mitad del juego en el Amalfitani, Ariel Cabral se levantó en el aire para meterle la cabeza a una pelota que con el efecto que traía del centro de Rolón terminó metiéndose como una gotera al palo más lejano defendido por Germán Caffa. Tamaña sorpresa para un Taza que en su timidez casi no gritó el tanto, ese que tanto necesitaba el equipo para justificar en el marcador lo que generaba en cancha, ese que tanto necesitaba él mismo para sumar en confianza. 

Un Vélez que se sostuvo en el juego de un Leandro Somoza que volvía a casa, para jugar de nuevo con la camiseta que ama y donde no defraudó. El Lea fue eje de un equipo al que le falta el jugador que genere el desequilibrio, pero con la precisión tremenda de sus cambios de frente y pases en profundidad rompió las lineas necesarias para dañarle la resistencia al Colectivo Amarillo. También las entregas en la ofensiva de Caraglio (anduvo con ansiedad para marcar) y de Pavone (aguanta hasta un piano con el pecho) hicieron que el equipo supla con entrega alguna carencia desde lo futbolístico. Esa es la principal virtud de un equipo que conoce sus defectos y potencia sus virtudes (aunque valga la redundancia).

El fondo también fue sólido y casi sin fisuras, más allá de alguna escapada del Paraguayo Gabriel Ávalos que hizo revolcar a Sosa, tanto Pellerano como Cardozo y Cubero fueron infranqueables; sumando a un Eric Jeréz que de a poco se va soltando para ocupar terreno en la ofensiva madurando en una primera que lo tiene de estreno completando su segundo encuentro en la máxima categoría. 

Que decir del Perro Romero, que con el correr de los minutos se multiplica, que arranca tal vez de bueno a mejor de un tiempo a otro, que termina jugando, corriendo y metiendo en el preciso instante en el que el resto de los jugadores de campo (sean suyos o ajenos) siente la merma física.

Para la historia de la noche estuvo desde el ingreso de Yamil Asad, que rápidamente tuvo la primera opción de gol a segundo de haberse producido el cambio. El Turquito cara a cara con Caffa intentó eludirlo pero la maniobra fue interrumpida por el arquero que recuperó tiempo para rearmarse con la finta del hombre de Vélez. Su padre, Omar, en la platea se lamentaba por la chance al mismo tiempo que saltaba por el aire un minuto más tarde por culpa de su hijo. Porque en ese crecer en cada jugada, a Yamil le pasó lo que pocas veces sucede, tuvo una nueva chance de gol a pocos segundos de la que desperdició por querer eludir al portero. Esta vez, aceleró a la marca y cuando entró en zona caliente definió con un cachetazo al balón con cara externa para que la redonda se meta entre las piernas del arquero y salga corriendo a encontrarse con el gol en primera, ese que en el festejo rompió con 20 años de un baile sagrado de su padre contoneando las caderas en una lambada eterna. Su padre, Omar, en la platea se secaba las lágrimas.

Russo le da confianza a su equipo y en su tranquilidad el juego. Es cierto, aún hay diferencias de niveles de juego entre los equipos históricos de primera como Vélez con los recién ascendidos. Pero son puntos que valen mucho para solidificar los cimientos de un largo camino. Los pies en la tierra para seguir tomando vuelo.

@martineta16