En el duelo más esperado de la jornada (no solo por los hinchas de Vélez y River), la paridad fue la síntesis de un duelo de intereses para preservar lo más preciado que tenían cada uno. Si bien fue el equipo del Turu Flores, el que en el recuento capitalizado en situaciones de gol mereció más; también buscó que su invicto en casa, el hacerse fuerte de local siga intacto. Tan intacto como el escandaloso invicto del conjunto de Marcelo Gallardo que llegó a los 31 encuentros sin conocerle la cara a la derrota. Cada uno, a su forma y con el correr de los minutos, cuidó eso.

El Fortín, antes que no perder en casa, necesitaba mejorar, crecer y cambiar la pálida imagen que regaló en la visita al Centenario de Quilmes de hace una semana. Porque fue allí donde el equipo mostró tal vez gran parte de su desconcierto de un semestre que se debate entre los altibajos lógicos de una transición y con los errores propios que termina pagando muy caro. Porque Vélez tenía que torcer el rumbo de un torneo que le pesa, justamente ante su gente, con todas las opiniones del afuera en contra; o mejor dicho, adulando el andar triunfal del Millonario que parece no detenerse. Por eso mismo, antes que mantenerse fuerte en casa, necesitaba justamente recuperar lo mejor de su imagen.

Lo hizo. Tuvo cuarenta y cinco minutos iniciales de una perfección absoluta, sacando obviamente ese minuto fatídico ante el rebote que Mercado cambió por gol, el gol de la igualdad, el definitivo. Pero si hablamos de goles, el Fortín se puso rápido en ventaja y con la cabeza más esperada. Milton Caraglio le torció la mano a su momento de pasar 14 encuentros sin convertir (solo había marcado en el debut suyo y de equipo en el Transición ante Tigre en Victoria). Tras una jugada que Vélez luchó mucho, la pelota le llegó a Matías Pérez Acuña que mandó de derecha un centro ideal a la cabeza de Milton que lo dejó parado a Barovero mirando como la pelota se acurrucaba al otro palo. Estallaba Liniers, porque encima Vélez le cerraba los caminos, lo mordía sin piedad y le quitaba el circuito de juego a la visita. Por eso dolió tanto ese gol de Mercado, porque Vélez estaba haciendo todo con una minuciosa prolijidad.

Después en el complemento, con intentos y arrebatos se trató de desnivelarse uno y otro pero sin el vértigo que habían regalado al juego en la primera etapa. Pero sin lugar a dudas, que en el global, Vélez fue más que River. Tuvo dos claras y un penal que Trucco omitió (agarrón de Funes Mori a Yamil Asad); más la no expulsión de Teo Gutiérrez quien le aplicó un codazo a Cubero. Pratto se quedó cara a cara con Barovero y el ex Vélez le tapó un tremendo remate. Luego el mismo Pratto lo caminó al arquero (en el segundo) y le metió fuerte muy paralelo al arco para un Caraglio que entraba para empujarla, sin embargo, Mercado salvó en la línea yendo al piso lo que hubiese sido por el momento el triunfo más esperado.

Pero más allá del resultado, de saber si fue justo, mucho o poco el empate; para Vélez en muchos aspectos fue un triunfo. No por conformarse con el punto; sí por el momento del rival que no pudo (Vélez no lo dejó) jugar en Liniers; porque volvió a demostrar las ganas y el espíritu de hacerse respetar y vender caro cualquiera de los resultados que pueda tener un partido. Porque para los Pérez Acuña, los Asad, los Rolón; para los más pibes, son los partidos que te visten, que suman, que necesitás para crecer en Primera.

@martineta16