Fútbol

A 12 años del último partido del Indio

El Diario Hoy de la Ciudad de La Plata entrevistó a Marcelo Bravo, a 12 años de su último partido en la máxima categoría ante Gimnasia, en el Bosque. El Indio, actual Entrenador de la Novena División de Vélez, recordó aquel momento y cómo salió adelante tras el padecimiento de una miocardiopatía hipertrófica que lo alejó del fútbol profesional.

?Nunca tuve ningún dolor en el pecho, ni siquiera me agitaba?, reconoció Marcelo Bravo, quien hace doce años, en 60 y 118, jugó por última vez para Vélez en el esplendor de su carrera.

El Diario Hoy de la Ciudad de La Plata entrevistó a Marcelo Bravo, a 12 años de su último partido en la máxima categoría ante Gimnasia, en el Bosque. El Indio, actual Entrenador de la Novena División de Vélez, recordó aquel momento y cómo salió adelante tras el padecimiento de una miocardiopatía hipertrófica que lo alejó del fútbol profesional.

“Nunca tuve ningún dolor en el pecho, ni siquiera me agitaba”, reconoció Marcelo Bravo, quien hace doce años, en 60 y 118, jugó por última vez para Vélez en el esplendor de su carrera

Todos los viernes, en los últimos minutos del entrenamiento de la Novena de Vélez, el DT se mezcla con los chicos. Marcelo Bravo, de 32 años, es el mismo que a los 20 tuvo que frenar una gambeta que era cada vez más atrevida en el fútbol de Primera. Es el caso de un deportista joven y aparentemente sano al que un examen médico dejó afuera del trabajo más anhelado. Mientras la Legislatura bonaerense debate cómo instrumentar la Ley de Muerte Súbita, el diario Hoy rescató la palabra de un hombre que es ejemplo de cómo atravesar una situación límite, aceptarla y seguir adelante. Se le diagnosticó miocardiopatía hipertrófica cuando llevaba casi 70 partidos.

—Se cumplen doce años de tu última actuación...

—Fue uno de esos días en el que te salen todas, de mis mejores partidos en Primera. Se jugó en la cancha de Gimnasia y me acuerdo que en el minuto 89 hice un traslado de pelota de 70 metros. Físicamente me sentía bárbaro, pero por algo Dios quiso que no juegue más. 

—¿Como fue que te detectaron la enfermedad?

—Fue una sorpresa porque no tenía ningún síntoma, pero el chequeo general que me hicieron en la pretemporada me hizo ver el problema. Estudios más complejos derivaron en el diagnóstico: miocardiopatía hipertrófica. No pude jugar más. Nunca tuve ningún dolor en el pecho, ni siquiera me agitaba. 

—Lo raro es que haya surgido tan tarde...

—En un primer momento, se lo pregunté a los médicos. Me lo detectaron a los 20 años, cuando en chequeos anteriores, en Vélez mismo o en la Selección, no había aparecido. Pudo haber sido por un exceso de esfuerzo físico o un antecedente familiar que haya tenido problemas cardíacos.

—En Vélez se dio otro caso reciente...

—El de Gonzalo Gamarra. Hablo con él, porque al igual que yo, trabaja en las menores de Vélez. Para él van dos años y le cuesta un montón.

—Desde tu experiencia, ¿considerás que se han tomado más precauciones?

—Se mejoró bastante, pero hay mucho por hacer. Y no digo de saber usar el desfibrilador, aunque en el fútbol juvenil de AFA la mayoría no lo tiene. Hay que saber hacer un RCP (reanimación cardiopulmonar). Es un tema de concientizar día a día. A mis jugadores les digo que estudien porque uno no sabe lo que puede pasar y mi caso puede ser un buen ejemplo.

“Con La Plata tengo algo especial”

Marcelo Bravo hizo su primer tanto en nuestra ciudad, donde también marcó el último. El domingo 5 de diciembre de 2004, por la fecha 18 del Torneo Apertura, convirtió en un triunfo por 2 a 0 del Fortín sobre Estudiantes, en 57 y 1. “Un gol fue de Cubero y el otro, mío (ST 36m). El técnico era Alberto Fanesi, quien tenía un interinato y hoy es coordinador de mi área”, le dijo a este diario. 

De la última vez que pudo salir a un estadio, el 20 de agosto de 2005, se cumplirán doce años. Vélez goleó 6 a 0 a Gimnasia y el segundo grito fue de Bravo (PT 29m) a Navarro Montoya. Completaron la goleada Enría (2), Gracián (2) y Somoza. Su debut profesional había sido el 6 de diciembre de 2003, en la despedida del Beto Acosta.