No es casualidad que en los últimos cinco años y en este inicio del sexto, Vélez sume cinco títulos. Es una consecuencia. Una constante de trabajo. Si bien, este es un título de un solo encuentro, esos noventa minutos tienen la importancia de marcar un rumbo, un camino, de bendecir de gloria un ciclo que debuta; más allá de continuar lo exitoso del anterior.

 

Porque toda esta gloria que se reestrena constantemente tiene un padre y es el Tigre Gareca. El alma de un grupo que se convenció que podía hacer de Vélez un equipo mucho más grande aún. Quien le pegó una patada al tablero de las especulaciones y generó un Vélez protagonista, con la mente puesta en el arco rival. Una continuidad que hoy se ve reflejada en el Turu Flores, quien tomó la posta de la conducción técnica y también de los titulos, de la gloria fantástica que baña a esta institución que ya tiene una sola meta para ganar en el fútbol argentino y es la Copa Argentina, porque el resto, ya lo ha ganado todo.

 

Porque también se llegó a esta final en San Luis por el esfuerzo de los que no están. Los que dejaron el alma por escribir su nombre en la historia del club como el Pocho Insúa, Francisco Cerro o yendo más atrás, Germán Montoya. Todos jugaron de alguna forma este encuentro, se pusieron la pilcha con la V y alentaron desde donde estaban. Porque ellos también son parte de este nuevo éxito.

 

Como también los que entran y la rompen para romperse el espíritu en pos de un objetivo común. Porque más allá de que Vélez encontró la ventaja y posterior título con un gol de Canteros que prácticamente se lleva por delante el balón tras una floja salida de Campestrini; hizo todo lo posible para anotarle más de un gol a un Arsenal que con vergüenza fue en busca del empate y lo castigó duro a Sosa. Las más claras fueron el doble palo y atajada de Sosa ante Braghieri; como también el cabezazo que le tapa con ayuda del travesaño a Milton Caraglio. Vélez también descansa en las manos de su golero y de la fortuna que fue tantas veces esquiva y en esta noche de San Luis le hizo compañía.

 

De pie señores. Mientras muchos inician solicitudes para obtener en oficinas los títulos que no supieron conseguir en el campo o de épocas de colores sepias; Vélez los gana en cancha, donde se debe, donde está acostumbrado a ganarlos.

 

Ya son lugares comunes verlo a Cubero envuelto de papeles, más alto que el resto de sus compañeros para ofrendar un nuevo trofeo. La vuelta olímpica, la espuma en el vestuario, el baile, el festejo; ya resultan rituales inalterables. Bendecido Vélez que es el dueño de su propio destino.

 

La mejor final para un inolvidable inicio...