Fútbol

El rugido del adiós

El ciclo exitoso de cinco años bajo el rugido de su bandera se detuvo. En una pausa que quizás el tiempo vuelva a darle marcha. Años que para la historia del club quedarán para siempre grabados en las páginas doradas, por el peso específico de lo ganado, por la impronta divina de su estirpe ofensiva. Desde el Sitio Oficial queremos agradecer cada día de estos cinco años de Ricardo Gareca como entrenador de Vélez.

Será extraño no ver su melena rubia asomando desde el banco de suplentes del Amalfitani o para irse a desplomar en el mismo cuando una jugada no salió como la esperaba. Envuelto en llanto como en el 2009, sintiéndose campeón con Vélez por primera vez y siendo inevitable el recuerdo de su viejo; o paseando con su nieto del cual fuimos testigos de su crecimiento en cada título obtenido posando con la copa y su abuelo.

Pensaba que tal vez nunca iba a llegar el momento de ponerle palabras a este sentimiento. En realidad, el momento iba a llegar, pero nadie estaba preparado para afrontarlo y luego (siempre más difícil) asumirlo. El hombre que supo hacer de un cargo de entrenador un trabajo no perecedero, en la víspera de Noche Buena le imprimió fecha de vencimiento a su exitosa estadía en Vélez.

 

El ciclo exitoso de cinco años bajo el rugido de su bandera se detuvo. En una pausa que quizás el tiempo vuelva a darle marcha. Años que para la historia del club quedarán para siempre grabados en las páginas doradas, por el peso específico de lo ganado, por la impronta divina de su estirpe ofensiva.

 

Solo basta con repasar al Vélez que a fines del 2008 atravesaba por un camino incierto desde lo futbolístico, acostumbrándose a la medianía de una competencia que lo tenía lejos de los puestos de vanguardia y donde se despedía pronto de los campeonatos. Mucho desde lo dirigencial ha tenido que ver en el cambio que hoy, cinco años después lo plantan a Vélez como el Mejor Equipo de la Argentina por consecuencia de títulos, puntos y años. Pero sin lugar a dudas, que el arribo de Christian Bassedas a la Asesoría Técnica del Fútbol Profesional del club ha sido la piedra fundacional de esta historia. Su primera y gran decisión fue la de pronunciar un nombre y así fue como luego de respetar su contrato hasta el último día con la entidad peruana, Ricardo Gareca se hizo nuevamente Vélez y Vélez también empezó a llamarse Ricardo Gareca.

 

Su principal virtud en estos años fue el grupo, tanto el de trabajo que lo rodea, como el material que junto a la directiva supo seleccionar para tener planteles más que competitivos: planteles ganadores. Su carisma de líder sin misterios, sin vedetismos, sin puertas cerradas; con las libertades de quien confía en su poderío y se sustenta en su potencial. Su don de gente que lo distingue y el que lo ha llevado en este 2013 a recibir una preciosa marca en su vida como lo fue el reconocimiento en la Legislatura Porteña. Su entrega para con la gente. Nunca he visto a un entrenador acudir a cada inquietud de todo hincha, de cualquier edad que se daba cita en la Villa Olímpica o donde sea, siempre mostrando gran amabilidad y respeto. Pablito es el ejemplo tal vez que han recogido los medios por la importancia de su salud, pero crea que el Tigre ha tenido gestos de esa altura para con todos los que por una u otra cosa iban a Ituzaingó a verlo. De hecho, en lo personal, en estos cinco años perdí a mi viejo y fui padre por primera vez, y en ambas situaciones tuve su palabra o un abrazo que siempre guardaré para recordarlo más allá de lo que nos ha dado a todos desde la línea de cal hacia afuera.

 

Su forma de ir de frente. No hay un jugador en estos cinco años que se haya ido mal con él. Todos coinciden en la gratitud de su palabra cara a cara para tal vez decirles que no iban a ser tenidos en cuenta o que les tocaba aguardar en el banco un tiempo o lo que sea.

 

Su forma de sentir y amar a Vélez. Pidió en su presentación como entrenador que no lo juzguen como hincha, no lo iba a permitir. Pero se encargó de que directamente no haya cuestionamientos, porque ganó en cancha lo que muchos no han podido ganar, porque lo devolvió a Vélez a los puestos más altos, porque nos dio la posibilidad de hacer justicia con un club que siempre aspiró a ser lo que es hoy. Porque cada arruga que ganó en estos cinco años en su rostro, son las marcas de un tiempo que fue hermoso y que lo sufrió a la vez como nunca por la exigencia que le demandó conducir la vida futbolística del club de sus amores.

 

Hablar de números es pura estadística. Cuatro Campeonatos (Clausura 2009, Clausura 2011, Inicial 2012 y Campeón Argentino 2012/2013), un Subcampeonato (Apertura 2010), una semifinal de Copa Libertadores (2011), una semifinal de Copa Sudamericana (2011), dos veces el mejor equipo del año calendario (2009 y 2012), elegido dos veces como el Mejor Club del Mundo por el Instituto de Historia y Estadística, compartiendo por más de cinco meses el podio entre los mejores del Mundo solo superado por Barcelona y Real Madrid de España, venta de jugadores, promoción de más de 32 juveniles, más de 250 partidos con una efectividad tremenda; números y más números de una historia inigualablemente inolvidable.

 

Sin ningún lugar y tipo de dudas, el Flaco Gareca elevó al máximo la vara de Vélez Sarsfield. Es un antes y un después en la vida del club, a pesar de que intente bajarle los decibeles asumiendo la exigencia para su cuerpo técnico y no para los que vendrán.  Marcó el camino, alimentó el orgullo y potenció la marca. Crecieron juntos, Vélez y Gareca al punto tal que no se podía ni se puede aún hoy imaginarlos por separados aunque ya no quede otra que hacerse mucho más que la idea.

 

Será extraño no ver su melena rubia asomando desde el banco de suplentes del Amalfitani o para irse a desplomar en el mismo cuando una jugada no salió como la esperaba. Envuelto en llanto como en el 2009, sintiéndose campeón con Vélez por primera vez y siendo inevitable el recuerdo de su viejo; o paseando con su nieto del cual fuimos testigos de su crecimiento en cada título obtenido posando con la copa y su abuelo. Rugiendo de puños apretados en cada grito de gol. Rodando por el piso de Floresta junto al Turo Flores en una celebración interminable a la víspera de un título. Sentirnos orgullosos de su persona. Idolatrarlo como justicia histórica por su época de jugador de Vélez donde no pudo vivir la gloria de la cual hoy es parte y merece cada gigantografía y los que se levante en su nombre. La nueva acepción al vocabulario de llamarse cada hincha ?Garequista?, en el afán argentino de ponerse de un lado o del otro en pos de una identificación.

 

La espera en que algún momento, todas estas sensaciones se vuelvan a encontrar en el nacimiento tal vez del pedido del hincha en su vuelta.

 

A este fin de año le faltará una rueda de prensa de renovación como en los cuatro anteriores. Sin embargo, la historia continúa. Vélez debe seguir por el camino trazado y siendo cada vez más grande esté quien esté sentado en el banco de suplentes y ojalá tenga la misma o mejor suerte que la que ha tenido el Tigre.

 

Quisiera haber puesto simplemente ?Gracias?, pero la talla de su persona, Señor Gareca? merece mucho más que cada una de mis humildes palabras.

 

Ojalá que el tiempo y la historia lo devuelvan algún día a casa.

 

Carlos Martino

@martineta16

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Ricardo Gareca

Ricardo Gareca

Ricardo Alberto Gareca nació en Tapiales, provincia de Buenos Aires, el 10 de febrero de 1958. Hincha de Vélez por legado paterno, el Tigre había confesado públicamente su simpatía por el Fortín en el semanario El Gráfico en los albores de los 80 y logró concretar su anhelo de calzarse la “V” azulada en 1989. Regresó como técnico, es tricampeón y va por más. Ídolo por siempre.