Buenos Aires, Domingo 15 de agosto de 2010.
(Prensa Vélez Sarsfield ? Estadio Islas Malvinas)

La insuperable cantidad de elogios cosechados tras la gran presentación gran del equipo de Ricardo Gareca en el debut por el Apertura 2010 ante Independiente y en casa; solo podía sostenerse para aquellos que llenaron sus bocas destacando lo bueno de este Vélez, con otra victoria de iguales dimensiones. Pasa que Vélez estuvo una vez más a la altura de los dichos y si bien tuvo que sufrir los últimos diez minutos de juego; ratificó sin atenuantes durante los otros ochenta, el por qué de tantos elogios.

Porque tiene una personalidad que se impone más allá de los límites del campo de juego, ya sea pequeño y limitado como el Islas Malvinas o con las comodidades del Estadio Amalfitani. Este Vélez de Gareca, el del segundo semestre del año centenario o el del primero del 2009 que lo coronó campeón, sabe lo que quiere cuando el juez da la orden de juego, sabe lo que va a buscar en cada nuevo encuentro y lo exige al máximo.

Porque cuenta con un Maximiliano Moralez descollante. Figura indiscutible de este equipo que juega a la sombra de su gusto y placer; un Moralez que se agiganta cada vez que el balón descansa en su delicado botín derecho. Porque en su conducción crece y decrece Vélez, porque en su manejo está el fútbol encendido que pretende el entrenador.

Por eso, cuando la jugada tiene que tener esa profundidad final, la pelota siempre tiene que ir al 10. Y ese muchachito del 10 en la espalda no defrauda. Para ser imparable desde la izquierda, al punto que Christian Vella no podrá dormir esta noche entre tantas veces que se le escurrió de su marca, al instante que le cometen falta tras falta por no poder frenar su caudal creativo y habilidoso. La misma infracción que le generó Carlos Casteglione en el área, que fue penal que obvió el árbitro Alejandro Toia y que encima le mostró la cartulina amarilla al astro velezano. Porque Maxi Moralez se adueña de una pelota parada y desde su botín derecho abre un resultado con una perla preciosa que gira y gira en el arco de Nico Cambiasso que mira como un espectador de lujo. Porque encima encara y encara hasta dejarlo mano a mano a un Burrito Martínez que se abre paso entre los defensas para darle cuerda a la locura de un pueblo velezano que fue en procesión hasta Floresta y que se ve en lo más alto del Apertura. Moralez maneja a Vélez, tanto como en el festejo ideado de gol Santiago Silva lo manejó a él simulando una ?marioneta?.

El partido sin dudas que pintaba caliente, áspero, trabajoso y difícil. Mucho por las ganas y la entrega brindada por el Albo, que quiso en el arranque ser protagonista ante un Vélez que se acomodaba en el terreno de juego para hacer lo mejor que sabe, manejar los encuentros. Así todos y cada uno de los hombres que pone y dispone Gareca saben el libreto a la perfección, una de las principales virtudes de este Vélez que comienza a reafirmar su condición de candidato. Porque el fondo responde, con un Domínguez abanderado del buen rendimiento y un Cubero que cumple en cada pelota como en este partido que celebró sus 300 en torneos oficiales para Vélez. Porque en el medio tiene timming y explosión, con Somoza y Zapata caudillos; y con Papa y Augusto Fernández vertiginosos por las bandas. Porque seguir hablando de Moralez sería ya una obscenidad a esta altura del informe; porque encima Martínez se asocia y es siempre preocupante. Porque tiene a Silva que siempre exige y es una preocupación constante para cualquier defensa, para todo fondo rival.

Porque así y todo, sufre. Mucho, demasiado. Porque le falta aún aprender a dar esa estocada final, esa que insinúa con el toqueteo y que se pierde en la última puntada.

Porque cuando el partido requiere un cierre y mucho más ante un equipo como se presentó esta tarde All Boys donde le pesó el encuentro, no puede ponerle el broche de oro. Tema para corregir si los hay en este Vélez que deleita y encanta; que empalaga de fútbol.

En el camino que marca el Apertura deberá ir sumando de estas muestras de gran equipo. Tiempo de corregir diversas cuestiones siempre hay y el aire de victoria siempre da un plus extra a la hora de mover y despabilar la modorra.

Mientras delira todo Vélez como en esa cabecera visitante de la calle Miranda que se hizo más local que nunca. Hoy Vélez está en lo más alto y avisa que tiene todo para dar el zarpazo. Este Vélez da motivos de sobra para que sigan sumando líneas y más líneas de elogios a su juego.