Fútbol

Morir sin perder la vida

Lo describe la pluma del reconocido filósofo e hincha de Vélez Sarsfield, Walter Kohan sobre sus vivencias en torno al encuentro de vuelta entre Vélez Sarsfield y Chivas de Guadalajara por los octavos de final de la Copa Libertadores de América. Un relato único y especial, de un hombre que escribe, siente y vive con V en su regreso a su lugar en el mundo, Río de Janeiro.

Volvamos a la frase del título: Giuseppe la dijo a propósito de Sócrates, un ateniense perseguido políticamente del que todavía hablamos justamente por la forma en que murió. Paradójicamente, al morir se estaba dando la vida. O sea, murió sólo en un sentido, para vivir en muchos otros. Creo que eso podemos aprender de ayer.

La  frase es de mi amigo, el fortinero y napolitano Giuseppe Ferraro. Me vino enseguida a la memoria cuando leí el título del Site Oficial de hoy: morir y dejar vivir. Cada una destaca un matiz diferente: esta última sugiere que la propia muerte da vida a otros. La primera, que la propia muerte esconde en verdad una forma de vida. Es verdad, mucho de vida y muerte se paseó por el Teatro Colón del deporte argentino ayer a la noche. Fue un momento especial, único. Terminó mal, es cierto. Pero sólo en un aspecto. En otro esconde muchas cosas interesantes. Como la vida que puede haber en una muerte.


Creo que muy pocos de los que estuvimos anoche en Liniers pudimos dormir enseguida. Menos si, como yo, tenía que estar en el aeropuerto a las cuatro de la mañana. Encima cuando llegué al aeropuerto, mi vuelo se había cancelado y yo no podía no estar de vuelta en Río a las 10 de la mañana. Por suerte, conseguí volar en otra compañía y, por esas cosas del destino, me tocó sentarme atrás de la terna arbitral de anoche. Los tipos se la pasaban hablando de reglas y de esta y aquella jugada y al ver al árbitro me di cuenta que eran ellos. Respetuosamente los saludé y felicité (de hecho, creo que estuvieron bastante bien, sobre todo teniendo en cuenta como nos tratan los árbitros argentinos); más allá de algún minuto más de alargue no había mucho que reclamarles).

 

Esa entrada nos permitió tener una conversación distendida con el árbitro cuando bajamos. Me dijo que estaba conmovido por el espectáculo de la gente de Vélez ? en Brasil no se ve nada así, dijo ? y lo que más lo impresionó fue la despedida final. Hablamos un poco del arquero mexicano, reconoció que fue muy sucio, lo llamó incluso de ?malandra?, que se podría traducir por bandido o algo así, pero enseguida me dijo: ?hay que tener cuidado, por un lado no se podía parar el partido porque al arquero sólo se lo puede atender dentro del campo y por otro si llegaba a tener algo de verdad, nosotros no somos médicos y puede ser peligroso?. Me pareció honesto. De todos modos, aunque el arquero fue sucio hasta irritarnos a todos no fue por ese tiempo perdido que quedamos eliminados. El problema fue en México y ayer los jugadores hicieron todo lo que pudieron y un poco más. Creo que si jugamos de nuevo 20 veces el partido de ayer en 18 ganamos 3 a 0 o más. Ayer no fue nuestra vez. Listo. Así de simple.

 

Tiene razón el árbitro. La despedida de anoche fue conmovedora. Yo todavía la tengo viva en el cuerpo. Con ella mostramos, otra vez, mucha dignidad. Eso no se compra en el mercado de pases. La fiesta inicial también fue espectacular pero es se podía preparar. La del final fue espontánea. Por eso me parece más impresionante. Me acordaba de hace un par de semanas el último partido de Flamengo ? que acaba de eliminar al Corinthians, el de peor al de mejor primera rueda. Jugaban contra el Caracas de Venezuela en el Maracanã. Ganando por dos goles se clasificaban seguro como sextos mejores segundos. Ganando por un gol debían esperar los partidos del día siguiente. Todos anticipaban una goleada ante un equipo venezolano eliminado (¿les suena?). El caso es que ganaron 3 a 2. La gente los despidió con una silbatina estruendosa al grito de ?time sem vergonha?. Me erizó la piel ese grito, en otro sentido. Toda la cancha los insultó en la despedida. ¿Cómo puede ser?, me preguntaba.  ?¿Con qué cara van a ir la semana que viene a alentar al equipo si se clasifican??. Es cierto, ellos están ahora en cuartos de final y nosotros nos volvemos a casa. Pero creo que en la manera en que nos fuimos ayer podemos encontrar una fuerza para seguir lo que se viene.


Como me escribió hoy un alumno: ?A festa de la Pandilla foi linda. Vocês não pararam de cantar e apoiar um minuto.? Creo que no hace falta traducir. La fiesta fue linda. Aunque hayamos muerto. Volvamos a la frase del título: Giuseppe la dijo a propósito de Sócrates, un ateniense perseguido políticamente del que todavía hablamos justamente por la forma en que murió. Paradójicamente, al morir se estaba dando la vida. O sea, murió sólo en un sentido, para vivir en muchos otros. Creo que eso podemos aprender de ayer. Si nos volvemos locos, apuntando a este o aquel como culpable, echándole la culpa de la eliminación a un o a un grupo de jugadores, o al cuerpo técnico, nos traicionaremos a nosotros mismos. NO estaremos a la altura que estuvimos ayer. Claro que en este proceso hubo errores y los que están a cargo del fútbol en el club sabrán juzgar con calma. Y podemos ayudarlos, cierto. Pero ayer, con ese aplauso estruendoso y el ?soy de Vélez? espontáneo que bajaba de todos lados, elegimos morir como siempre hemos vivido en Vélez: de pie, reconociendo la enorme entrega de esos jugadores y cuerpo técnico, la dignidad de una derrota que al fin es uno de los resultados posibles en este juego.  Creo que hay en esa despedida algo que tenemos que alimentar y cuidar, algo muy valioso que nos da vida y fuerza para pensar en la próxima conquista, que no va  tardar mucho en llegar. Fue realmente maravillosa la noche, más allá de la tristeza del final de una ilusión.  Y me voy a dormir, porque ya llevo como 45 horas sin pegar un ojo. Y tenemos que estar preparados para los próximos sueños que ya nos están esperando.

 

Walter Kohan

Río de Janeiro, 6 de mayo de 2010