Fútbol

Crónica de viaje (Belo Horizonte)

Lo describe la pluma del reconocido filósofo e hincha de Vélez Sarsfield, Walter Kohan sobre sus vivencias en torno al encuentro entre Vélez Sarsfield y Cruzeiro de Brasil por la Copa Libertadores de América. Un relato único y especial, de un hombre que escribe con V.

Walter en una de sus presentaciones de libro, firmando ejemplares luciendo la camiseta tricolor y su amor por el club.

No había dormido bien la noche anterior. Detalles domésticos y una tormenta pavorosa interrumpieron el sueño. La ansiedad por el viaje también ayudó a que no fueran más que dos o  tres horas de descanso. A la mañana vestí mi camiseta del fortín ? una que no tiene propaganda, la más ?pura? - , hice la mochila y me fui temprano a dar clase a la universidad. Un lugar extraño ? aunque ya no tanto - para esa camiseta, casi frente al Maracanã. No me fue fácil. No era una clase más. Encontraba poco sentido en enfrentar eses jóvenes con nuestras cabezas pensando en lugares tan distintos. Lo hice, como siempre, lo más dignamente posible. Realicé otras gestiones en la Universidad, antes que se hiciera la hora de tener que salir. Pasé por casa, dejé el auto y me fui al aeropuerto, con la cabeza definitivamente puesta en Belo Horizonte. El viaje fue tranquilo y al llegar tomé uno de esos micros que me dejarían en Hotel Ouro Minas donde debería encontrar a Carlos ?Beto? Maceira, Jefedeprensa del Club, por recomendación del inefable y extraordinario Guillermo Tagliaferri. En el micro, el que estaba sentado al lado era justo hincha del Cruzeiro e iba ir a la cancha. Cruzamos palabras de rigor y compromiso. Me deseó suerte, no tuve tanto coraje. Llegué bastante temprano al hotel y esperé a Beto que se había ido a almorzar con la gente del Cruzeiro. Cuando entró al hotel, lo reconocí enseguida: un tipazo, al rato se sumó Miguel Callelo, el vicepresidente. Había algunos hinchas de Vélez, uno de los cuales se atrevió a sacarse unas fotos con una novia que le sacaba más de dos cabezas y lo miraba con indulgencia y simpatía. Fueron bajando los jugadores y el cuerpo técnico. Pude saludar a muchos e intercambiar unas palabras con Bassedas y el preparador físico. Estaba también Bartero, al que vimos tantas veces en el arco, ahora entrenador de arqueros. No me atreví a hablar mucho con ellos, me pareció que era invadir mucho su intimidad en ese momento previo al partido. Se los veía muy tranquilos a todos. Silva con su mate y su termo. Somoza y su sonrisa. El ?Turu? Flores muy concentrado. ?¿Por qué no podrá jugar este??, pensé. Todos en general parecían muy distendidos.  Fui a la cancha en taxi con unos periodistas, entre ellos Mauro de Fox Sports y Radio del Plata que tenía en su celular una foto de Gareca con su hijo. En la cancha  fuimos directamente al campo de juego, vimos el calentamiento de los jugadores desde el banco de suplentes, pisamos el césped y nos fuimos a ver el partido con los más o menos 100 hinchas de Vélez que había en la tribuna. Presenciamos la gritería de los del Cruzeiro, los fuegos de artificio anticipados, padecimos su fiesta. En ese momento pensé que exageraban. Durante y después del partido siguieron las exageraciones de su parte pero ya con más contenido. Vi el partido cerca de Beto, Callelo, Pistola Gámez, Bassedas. Padecimos la locura de la policía minera y asistimos a una mala noche del Fortín. Fue desolador el partido, casi no encontrábamos palabras para comentar lo que veíamos. El único consuelo era pensar que la mala noche haya sido esta, en un momento en que todavía se puede superar. Tal vez allí esté lo que nos mató: el partido de anoche no era para nosotros decisivo como lo era para ellos. Ellos lo jugaron como si fuera de vida o muerte y nosotros los vimos jugar. Como bien lo dijo uno de los que cuidaba del estadio y cuya objetividad no se puede discutir porque dijo ser hincha del Atlético Mineiro: ?Cruzeiro jugó solo, Vélez no jugó?. En fin, todavía falta mucho. Lo bueno sería que hayamos perdido sólo un partido. Falta un poco para saberlo. Ojalá. Podemos ser optimistas. Estos jugadores y el cuerpo técnico se merecen todo nuestro apoyo, confianza y respeto. Así se lo hicimos saber, en la despedida con aplausos y gritos de aliento. Igual que los dirigentes. Nos hacen sentir tan orgullosos de ser de Vélez. ¿Por qué ahora debería ser de otra manera? Terminado el partido, para salir, nos hicieron esperar más de una hora. Decidí cambiar la hospitalidad minera ? unos amigos me esperaban en su casa para dormir - para estar un poco más cerca de los míos. Aunque mi vuelo era a las 6 de la mañana, no pude no ir directo al aeropuerto en una van con hinchas de Vélez, acompañar allí la partida de los jugadores y esperar por mi vuelo. Me despedí de Gámez, que me tranquilizó (?fue sólo una mala noche?), de Beto y de Callelo. Me vinieron sensaciones de otros momentos, por ejemplo, del 94 en São Paulo, cuando, después de la hazaña del Morumbi, los míos volvían para casa y yo me iba para otro lugar. Ahora, otra vez.  ¿Por qué no estoy yendo con los míos?, me pregunté. El caso es que ya era medianoche y me di cuenta que no había comido nada en todo el día. Devoré una tartita, tomé agua de coco y un helado y encontré un silloncito que me albergaría la noche entera. Me desperté un par de veces sobresaltado más preocupado por cuidar los tesoros que me había entregado Beto (una camiseta, la revista, unos llaveros, un banderín ?como el que Somoza intercambia con los capitanes de otros equipos?) y por el miedo de que mi celular con poca batería no sonora que por incomodidad. Por suerte tenía sueño acumulado para pasar rápido la noche. Me desperté finalmente justo cuando llamaban al embarque. Alcancé a ver a algún que otro hincha de Vélez que merodeaba en la sala de embarque. Confieso cierta envidia (?algunos hasta van a poder ir a ver a Vélez a Mendoza contra Godoy Cruz el domingo?, pensé). Tomé el avión de vuelta a Río. Al llegar, bebí mis jugos. Contemplé los tesoros que me ofreció Beto. Entré de nuevo en este mundo distante. Sentía el cuerpo pleno, más allá de la derrota. Todavía resuenan las palabras de disculpa (¿?) de Beto en la despedida en el aeropuerto, por ?no haberte podido regalar un triunfo?. Pero el triunfo ya lo llevaba adentro, junto a los regalos: ese amor recreado, ese orgullo renovado, esa pasión fortalecida. Como dice el poeta portugués Fernando Pessoa ?todo vale la pena cuando el alma no es pequeña?. Quedáte tranquilo, Beto, a pesar de la derrota sentí intensamente que Vélez está habitado por almas nada pequeñas, generosas, comprometidas, incondicionales. Ese valor no tiene precio y no lo empaña ninguna derrota en un campo de juego.

 

Walter Kohan, Río de Janeiro, 1º de abril de 2010.

 

Biografía de bolsillo

Walter O. Kohan ·  Doctor en Filosofía por la Universidad Iberoamericana de México. Pos-doctorado en la Universidad de Paris VIII. Profesor Titular de Filosofía de la Educación, Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) y en la Maestría y el Doctorado en Educación (PROPED), de la misma universidad. Autor o co-autor de 15 libros. Ha publicado numerosos trabajos en revistas académicas y actas de eventos en Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia, Venezuela, México, Estados Unidos, España, Francia, Italia, Hungría e Inglaterra. Ha recibido diversas becas y participado, como miembro y coordinador, de diversos proyectos de investigación. Actualmente es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones (CNPq) y del programa Pro-Ciencia de la Fundación de Apoyo a la investigación de Río de Janeiro (FAPERJ). Dirige el proyecto de investigación ?Educação, pensamento e filosofia: forças políticas do ensinar e do aprender?. Consultor de UNESCO y de diversas publicaciones y fundaciones en Brasil, es co-editor de Childhood & Philosophy. Entre 1999 y 2001 fue Presidente del Consejo Internacional para la Investigación Filosófica con Niños (ICPIC). Coordinó diversas acciones de extensión universitaria, entre ellas, los proyectos ?Filosofía en la Escuela? de la Universidad de Brasilia y ?Espacios Afirmados? para la inserción y rendimiento académico de estudiantes negros y provenientes de escuelas públicas, en la UERJ. Además, es fanático de Vélez.