Fútbol

El día del Diez

En el día de la fecha celebra su cumpleaños número 67, el gran Daniel Willington. Recorré en este homenaje del Sitio Oficial pasajes inolvidables de la historia de este gran ídolo, que destiló su magia por todo el Fútbol Argentino, con la V azul pintada en su pecho.

Toda la fina estampa del gran Cordobés.

Daniel Wilington es uno de esos jugadores que nacieron para crack. Que si se lo ve en una esquina cualquiera, de cualquier barrio, de cualquier ciudad y que si tiene que elegir uno para el picado de turno "seguro que con él no le yerra". Porque su porte y su estampa lo eximen de mayores análisis. Sería muy fácil resumir su actividad, es más, su nombre y apellido obviarán de mayores comentarios. Porque después de nombrar a Daniel Willington seguramente se podrá agregar, sin falsas equivocaciones, aquellos adjetivos calificativos que le vengan a su mente.

 

Porque este santafecino nació para ser luminaria de ese arte incomparable que brotaba de sus pies, de su cerebro, de su ingenio. El 21 de marzo de 1962 fue transferido al fútbol grande de la Capital Federal y Vélez Sarsfield supo de sus exquisiteces y en un momento fue volante obligado de la Selección Nacional.

 

Fue mimado y odiado. Que fue aplaudido y abucheado. Tuvo todo eso que tienen los que nacieron desempeñar esa difícil misión de ser simplemente ídolos. ¿O todavía cabe alguna duda?. Alguna vez Renato Cesarini se encargó de decir: "es un jugador excepcional, con la pelota su rendimiento es del 100%, pero sin la pelota baja a un 60 por ciento. Pero qué quiere que le diga, si no disminuyera a ese porcentaje habría que pensar que es de otro planeta... Yo quisiera tenerlo en mi equipo, nunca en el de enfrente". Jorge "Finito" Ruiz, quien fuera su director técnico en Vélez Sarsfield, lo definió con clara precisión: "A Daniel no lo mando a cumplir ninguna función. A un jugador de su jerarquía, de su calidad, no le puedo enseñar nada. Yo lo quiero para crear. Con dos o tres jugadas por partido ya es suficiente. En un partido, llevé minuciosa estadística y metió 7 pelotas reales de gol ¿Cuántos jugadores hay capaces de hacer eso?"

 

Pero es algo indisoluble, inseparable, cuando se habla de Willington se habla de fútbol. De toque. De amaques, de gambetas, de chanfles. De su arranque demoledor a pesar de su físico difícil de mover. De su cabeza invariablemente levantada, de su entrega milimétrica. De su "calculado" pase de 50 metros. De su final exquisito, de su gol sin par como aquel que le convirtió al Spartak de Checoslovaquia por la Copa de Oro de Montevideo, donde arrancó gambeteando desde la mitad de cancha y hasta llegó a pasar al arquero.

 

Además del recuerdo por su innegable capacidad, será siempre recordado por ser uno de los pilares más importante del equipo campeón del Nacional de 1968, el primer campeonato logrado por la Institución. En ese torneo el ?cordobés? desparramó talento por todas las canchas y colaboró activamente para el primer grito del Fortín en Primera División.

 

Para muchos fue un jugador que hacía la diferencia, para otros simplemente un cumplidor, para los hinchas velezanos un gran artífice y un sinfín de recuerdos que serán recordados por siempre.

 

 

 

LO BUENO DE INGLATERRA

Por Osvaldo H. Gorga

 

Los argentinos no podemos negar la influencia que ha tenido la Gran Bretaña en nuestra formación como país. Esa influencia ha sido singularmente importante en lo cultural, y prácticamente decisiva en cuanto se refiere a los deportes, entre los cuales sobresale el fútbol con caracteres netos.

 

También nos han transmitido su forma de vestir, el grato hábito de beber whisky, esas odiosas costumbres victorianas de los cogotudos, y a nosotros, los que somos de Vélez, el segundo apellido del prócer que nos identifica (Sarsfield) y, además, un cordobés que vaya a saber en que época tuvo algún antepasado de origen británico.

 

Vélez Sarsfield dio al fútbol argentino incontable cantidad de jugadores brillantes y sería injusto destacar a alguno de ellos por sobre los demás, pero aquí vamos a referirnos a un talentoso y quijotesco crack, que en su momento, no sólo los que somos hinchas y amigos suyos, sino toda la afición del país, lo catalogó como un auténtico genio del fútbol..

 

Modesto por naturaleza, nunca le dio mayor trascendencia a su arte de jugar al fútbol. Su filosofía le indicaba que debía hacerlo de la mejor manera posible pues esa era su profesión, pero dueño de una personalidad alegre y desenfadada, no desdeñó por eso otros atractivos que la vida le ofrecía, algunos tan inocentes como ir a pescar pejerreyes o cocinar un lechón al asador, y otros no tan candorosos, pero que igualmente disfrutaba sin sentimiento de culpa

 

De no ser por su extraordinaria calidad humana, se lo podía confundir con un androide que los científicos hubieran programado para jugar al fútbol, dotándolo de una inteligencia superior que le permitía desarrollar todas las tácticas del juego con una perfección tal, que más que un hombre común, parecía un ser sobrenatural ideado para practicar ese deporte.

 

Esos atributos le permitían anticiparse a las jugadas y resolverlas con una naturalidad por momentos exasperante, ya que sus movimientos llenos de una lánguida elegancia, parecían ejecutados con una displicencia casi rayana en el desgano.

 

Fue el crack más disfrutado por todos nosotros, y al mismo tiempo el mas consentido, a punto tal que hasta Don Pepe le perdonaba sus continuas diabluras de muchacho juguetón, y lo aconsejaba y protegía como a un hijo propio. La reciprocidad a ese cariño fue la que nos lo hizo ver llorando por única vez, junto al féretro que guardaba los restos del prócer velezano.

 

Un partido en que jugaba ?el Cordobés? exigía del espectador una cuota de imaginación. extra. En apariencia era igual a sus compañeros y rivales, pero la fantasía de su juego y la delicada elegancia de su accionar, lo transformaban en un mago como ?Mandrake?, vestido con frac, capa y galera, de la que brotaban toda clase de maravillas.

 

Virtuoso como ninguno, pero indiferente a la seducción, jamás se rindió a los casquivanos caprichos de una pelota de fútbol, que.... ¡Mujer al fin! ......pretendió hechizarlo con su engañoso embrujo; fingiendo ser resignada y accesible, para rebelarse después, histérica é indomable, en un devaneo humillante y burlón. ¡Nunca pudo hacerlo con la cachacienta sapiencia de nuestro hombre! Este, seductor impenitente, con la confianza que le daba su infinita clase la dejaba hacer, endemoniada al principio en sus imprevisibles convulsiones, hasta que de pronto con un ligero y casi amoroso toque de su pie, la serenaba primero y luego ya entregada y mimosa, la manejaba como quería, ensayando un preciso pase para habilitar a un compañero a cincuenta metros de distancia, o depositándola en la red del arco contrario en el lugar más difícil y distante.

 

Cuando en el 69 el estadio José Amalfitani inauguró su sistema de iluminación eléctrica, nuestro primer equipo disputó un partido contra el famoso Club de Fútbol Santos de Brasil. Al término del encuentro, un joven de piel morena, maravillado por la actuación del Cordobés?, corrió a pedirle la camiseta. Ese joven era nada más y nada menos que el mejor jugador del mundo y se llamaba Edson Arantes do Nascimento, más conocido por el seudónimo de ?Pelé?

 

Para historiar la carrera de ese ?pibe? inolvidable que fue Daniel Willington, con sus memorables actuaciones, la aristocrática elegancia de su desplazamiento, sus prodigiosas anécdotas, las graciosísimas ocurrencias, esa cariñosa amistad que irradiaba su persona, sus desfachatadas picardías, el desinterés y la generosidad de todos sus actos, etc., necesitaríamos varios volúmenes, pero resumiendo todo ello y prescindiendo de toda preferencia personal, no diremos que fue el mejor, el más inteligente, el más trabajador, el más pensante, el más solidario, etc. etc. etc.; Simplemente diremos que fue. ¡¡ ?El jugador de fútbol?!!