Cultura

Locura de locuras

Difundimos un nuevo cuento que ha participado del Concurso Literario organizado por el Departamento de Cultura.Saludamos a los autores que premiados o no, han jerarquizado esta actividad. Hoy compartimos ?Locura de locuras?. Autor: Daniel Omar Ortiz.

Difundimos un nuevo cuento que ha participado del Concurso Literario organizado por el Departamento de Cultura.Saludamos a los autores que premiados o no, han jerarquizado esta actividad.

Hoy compartimos “Locura de locuras ”

Autor: Daniel Omar Ortiz

Seudónimo: Bocha
 


"LOCURA DE LOCURAS"

El tipo ya está curtido. El paso del tiempo no afectó su hermosa locura a veces mas propia de un adolescente que de un cuarentón. Ni siquiera las responsabilidades de la vida misma hicieron mella en esa alma velezana que allá vá contra viento y marea. El es feliz. Suficiente. La misma felicidad hereditaria, desde su padre y en el mismo trayecto hacia sus hijos.

El tipo alguna vez fue ese nene que cortaba las guías telefónicas un día antes para que se transformen en papelitos en el Amalfitani. Cuando la vieja quería encontrar algún número en esos enormes libracos, era misión imposible porque ya estaban hechos trizas para volar en el viento cada vez que el Capitán Pedro salía enrulado al frente de sus guerreros. Algún escobazo bien dado, pero bueno carajo, se justificaba ese recibimiento que se coronaba con la musiquita publicitaria de "Harrington Tarulla". Pero el viejo hacía la vista gorda e incluso después lo premiaba con alguna "de cancha" bien aceitosa en "La Espuma Loca". Era el obligado manjar post partido.

Ese nene después fue el preadolescente que se escapaba del codito para estar de cerca de la hinchada, mirarlos como si fueran héroes, verlos poner las banderas, aprenderse la cancioncita que hablaba de ganar el Metropolitano. Ahí sí se enojaba el viejo; pensaba que para un nene podía ser peligroso merodear el centro de la tribuna, solo, raudo, escapado de su órbita.

Ese pre dejó de serlo y el adolescente empezó a laburar por moneditas para ahorrar y pagarse las entradas de visitante; la economía familiar no podía darse esos lujos. Y se tomaba con los primos el 46 para ir a la Boca, el 28 para el gallinero, el 11 para ir a Avellaneda y así a todas. Siempre con la V Azulada abajo de alguna campera aunque hiciese 40 grados, camufladito hasta llegar a la tribuna, por las dudas, eran otras épocas. Después empezaron los viajes al interior, ya mas costosos, pero el esfuerzo era sublime. Nunca conoció Disney pero esto seguramente era mas mágico: alentar a muchos kilómetros a esa camiseta que le pusieron adentro de la cuna. Como aquella vez cuando en Santa Fé se suspendió el partido por diluvio, los micros se volvieron, y ni bien llegó a Capital al borde del llanto, se fueron con cinco amigos en un remise hipotecando todo el sueldo del mes. Esa derrota de 1 a 0 fue una anécdota, porque ahí estuvimos.

El dolor de Hincha fue agudo por no poder ser parte de la gloria de América; la cosa en casa pintaba fulera con los números y el devenir de tanta alegría por tocar el cielo con las manos, también tuvo ese cuchillo oxidado para toda la vida.

Ese adolescente ya le daba paso al adulto. Y el arraigo por este sentimiento se transformó en trapo, en bandera. Tres pedazos que se convirtieron en el documento de identidad para seguirlo a donde sea. Y ahí está, cansado, pero adonde estás... está.

Ese tipo alguna vez tuvo que dormir en pisos de aeropuertos, tuvo que subsistir dos días con un paquete de galletitas, tuvo que poner el culo días enteros en micros, en trasbordos eternos, tuvo que caminar calles inhóspitas, tuvo que pasar momentos de miedo, de incertidumbre. Tuvo que poner en jaque empleos, momentos familiares, situaciones complejas. Pero la locura de locuras lo mantiene vivo. Y feliz.

Ese tipo cuarentón tiene descendencia, y hoy dos nuevos nenes fortineros repiten todas y cada una de las cosas que hacía aquel chico del principio. Con otras comodidades por el avance de los tiempos, claro está. Y no hay nada, pero nada en el mundo, que se compare al placer que siente en el alma por compartir con ellos la manera de vivir que eligieron para siempre...