Hace unos días atrás, desde este mismo lugar, se entablaba una charla mano a mano con el fútbol. En la misma, este periodista le ejercía un reproche de lo que el mismo fútbol le quitaba a un equipo que lo representa en todo el sentido de su nombre. "Es hora que el fútbol le devuelva a Vélez los puntos que su juego, su propuesta y ambición merece", rezaba palabras más palabras menos.

Nobleza obliga, es justo reconocerlo. Durante los noventa y tantos minutos que duró la pelea de Vélez por meterse en los octavos de final ante el Atlético Paranaense, el fútbol y su prima la fortuna, se pusieron al día. Le devolvieron todo de una y sin intereses al equipo del Turu Flores, las cosas que le había quitado por torneo local en esta contienda internacional.

Porque desde el vamos sobraron muestras para darse cuenta que no iba a ser una misión sencilla la que se había trazado en el horizonte velezano. Sin Mauro Zárate, pero con Coco Correa desde el arranque. El pedido de tantos se hacía realidad, de verlo a Coco entre los once de inicio. Sin Tito, pero con Kolacha. Con el resto siempre listo y firme.

Y fue duro. Al minuto, el local entonado por el clima festivo de su 90° Aniversario fue a buscar la ventaja y encontró un rebote de Mirabaje bien parado a Papa haciendo equilibrio en la línea de gol para evitar justamente el grito sagrado de 20 mil almas que mudaron su pasión al estadio del Paraná Clube. Pero a los seis minutos, tras una gran bola colocada por el Perro Romero, lo encontró habilitado a Agustín Allione quien se las vio cara a cara con Weverton y con un remate cruzado dio el golpe en la noche de Curitiba.

Desde ahí Vélez se acomodó en el juego y jugó el partido con la necesidad del rival. Solo se inquietó con una mala salida de Sosa, que el palo le hizo el guiño al remate de Bruno Mendes para preservar el cero en el arco del Fortín.

En el complemento, el local apretó los dientes y fue en busca del empate. Lo encontró rápido en una bola quieta que encontró en lo más alto a Drausio (reemplazó en el PT a un maltrecho Manoel) que niveló un encuentro desnivelado y que no merecía llegar a tal premio. Sobre todo, cuando en la siguiente, queda Marcelo mano a mano con Sosa y el golero uruguayo abrió sus brazos como alas para evitar la segunda caída consecutiva de su valla, lo que hubiese sido catastrófico. Pero Vélez supo ser paciente una vez más y respetando su juego, ese que no se achica sea el escenario que sea y fue en busca de más.

Cabral lo habilitó a Pratto que casi con el cuerpo inclinado despachó una volea cruzada desde el vértice del área para que la redonda se meta rápida en el otro palo y empiece una carrera con delirio incluido a abrazarse con todos, hasta con el Turu Flores que por un momento rompió el protocolo y fue un jugador más. Vélez ponía justicia en el marcador y empezaba a acariciar la clasificación.

Pudo igualarlo Paranaense con una volea a quemarropa de Éderson que resolvió fantástico Sosa, y que en la misma jugada el rebote quedó en los pies de Marcelo que disparó y entre el pie de Domínguez y el palo, le ratificaron a Vélez la posibilidad de meterse en octavos esa noche.

La noche que Tito Canteros silenció a los 47 minutos del complemento a todo Brasil con una perla fantástica que se clavó por encima de Weverton y que imprimía boleto de ida y vuelta a una fase mas de copa.

La noche en la que el fútbol se puso al día con Vélez. La noche que fue y será de Vélez.

@martineta16