Me
gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la
gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien
se permite, huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro
padre Dios.
Me
gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece
el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con
buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas,
de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.
Me
gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin
lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.
Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.
A éstos los llamo mis amigos.
La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor.
Me
gusta la gente que con su energía contagia.
Me
gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a
las decisiones de cualquiera.
Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar
objetivos e ideas se trata.
Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se
equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza
genuinamente por no volver a cometerlos.
La
gente que lucha contra adversidades.
Me
gusta la gente que busca soluciones.
Me
gusta la gente que piensa y medita
internamente.
La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni por como
lucen.
Me
gusta la gente que tiene personalidad.
Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano es
intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.
La
sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la
tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la Fe, la felicidad, el
tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños,
la humildad, el arrepentimiento, y el amor para los demás y propio son cosas
fundamentales para llamarse GENTE.
Con
gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que
por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido (Mario Benedetti)
Cuesta sentarse frente al teclado y ser
objetivo para ponerle palabras a la despedida de alguien a quien uno (yo)
quiere. Por eso robé sin pudor este poema de Mario Benedetti, porque expresa
con fidelidad lo que yo siento, y a juzgar por el reconocimiento trasmitido por
hinchas, socios y comunes en los últimos días, parece ser un sentimiento masivamente
compartido.
Anoche finalizó la gestión presidencial
de Miguel Calello. Envuelto en lágrimas-sensible por las bofetadas que le pegó
la vida castigándolo con desmesura en los últimos tiempos- le entregó la batuta
a su sucesor, Raúl Gámez.
Aún golpeado, muy golpeado, nunca le sacó
el culo a la jeringa. Su sentido de la responsabilidad, su amor propio, nunca
se lo hubiera permitido.Hizo todas las inferiores dirigenciales
hasta cumplir su sueño, o su propósito: Ser Presidente de Vélez Sarsfield.
El hijo del marmolero, un tipo
transparente, de barrio, desparramó en este exitoso trienio al frente de
nuestra Institución todo el repertorio de valores legados por su viejo, un
legendario vecino de Liniers: la lealtad, la honestidad, el esfuerzo sin límites
en pos de logros, la humildad, la solidaridad, las agallas y la tolerancia,
conductas difíciles de encontrar en un solo envase.
¿Cometió errores? Quien asume riesgos y
labura se equivoca. Pero siempre-tengo
la certeza- sus decisiones fueron ejecutadas persuadido de que eran las mejores
opciones para el Club.
En su derrotero en la cúpula directiva se
colgó dos medallas siendo responsable del Fútbol Profesional (período Raffaini)
y tres como máxima autoridad. Mucho, muchísimo. Posicionó a Vélez, su Vélez, en
lo más alto de las marquesinas sudamericanas y en la consideración mundial.
Capaz, probo, Calello es un ejemplo que
prestigia la marca Vélez. Un digno heredero de nuestros referentes históricos, Amalfitani,
Gámez o Feijoó.
El tiempo, implacable, se encargará de
tamizar, si es que todavía existen, los cuestionamientos berretas que tanto lo
ofendieron y dará paso a merecidos halagos.
Esta crónica esta atiborrada de adjetivos
elogiosos. Se lo anticipé. Un amigo dice hasta luego, imposible mantener un
blindaje de objetividad ante esta coyuntura.
Anoche se despidió Miguel Calello?y en el
adiós ya estaba la bienvenida.
Con gente como esta, me comprometo para
lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me
doy por bien retribuido (Mario Benedetti)
GRACIAS POR SER DE ESA GENTE
Tome aire y vuelva pronto. Ah, una más,
mientras tanto ?Que gane su equipo?.
Gabriel Martínez