Institución

Chau Miguel, Gracias por tanto

Cuesta sentarse frente al teclado y ser objetivo para ponerle palabras a la despedida de alguien a quien uno (yo) quiere. Por eso robé sin pudor este poema de Mario Benedetti, porque expresa con fidelidad lo que yo siento. Anoche se despidió Miguel Calello?y en el adiós ya estaba la bienvenida.

En su derrotero en la cúpula directiva se colgó dos medallas siendo responsable del Fútbol Profesional (período Raffaini) y tres como máxima autoridad. Mucho, muchísimo. Posicionó a Vélez, su Vélez, en lo más alto de las marquesinas sudamericanas y en la consideración mundial.
Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.

Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite, huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.


Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.


Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.
Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.
A éstos los llamo mis amigos.
La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor.


Me gusta la gente que con su energía contagia.


Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.
Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.
Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza  genuinamente por no volver a  cometerlos.


La gente que lucha contra adversidades.


Me gusta la gente que busca soluciones.


Me gusta la gente  que piensa y medita  internamente.                     
La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni por como lucen. 


Me gusta la gente que tiene personalidad.
Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.


La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la Fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, la humildad, el arrepentimiento, y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.


Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí,  me doy por bien retribuido (Mario Benedetti)


Cuesta sentarse frente al teclado y ser objetivo para ponerle palabras a la despedida de alguien a quien uno (yo) quiere. Por eso robé sin pudor este poema de Mario Benedetti, porque expresa con fidelidad lo que yo siento, y a juzgar por el reconocimiento trasmitido por hinchas, socios y comunes en los últimos días, parece ser un sentimiento masivamente compartido.


Anoche finalizó la gestión presidencial de Miguel Calello. Envuelto en lágrimas-sensible por las bofetadas que le pegó la vida castigándolo con desmesura en los últimos tiempos- le entregó la batuta a su sucesor, Raúl Gámez.


Aún golpeado, muy golpeado, nunca le sacó el culo a la jeringa. Su sentido de la responsabilidad, su amor propio, nunca se lo hubiera permitido.Hizo todas las inferiores dirigenciales hasta cumplir su sueño, o su propósito: Ser Presidente de Vélez Sarsfield.


El hijo del marmolero, un tipo transparente, de barrio, desparramó en este exitoso trienio al frente de nuestra Institución todo el repertorio de valores legados por su viejo, un legendario vecino de Liniers: la lealtad, la honestidad, el esfuerzo sin límites en pos de logros, la humildad, la solidaridad, las agallas y la tolerancia, conductas difíciles de encontrar en un solo envase.


¿Cometió errores? Quien asume riesgos y labura se equivoca.  Pero siempre-tengo la certeza- sus decisiones fueron ejecutadas persuadido de que eran las mejores opciones para el Club.


En su derrotero en la cúpula directiva se colgó dos medallas siendo responsable del Fútbol Profesional (período Raffaini) y tres como máxima autoridad. Mucho, muchísimo. Posicionó a Vélez, su Vélez, en lo más alto de las marquesinas sudamericanas y en la consideración mundial.


Capaz, probo, Calello es un ejemplo que prestigia la marca Vélez. Un digno heredero de nuestros referentes históricos, Amalfitani, Gámez o Feijoó.


El tiempo, implacable, se encargará de tamizar, si es que todavía existen, los cuestionamientos berretas que tanto lo ofendieron y dará paso a merecidos halagos.


Esta crónica esta atiborrada de adjetivos elogiosos. Se lo anticipé. Un amigo dice hasta luego, imposible mantener un blindaje de objetividad ante esta coyuntura.


Anoche se despidió Miguel Calello?y en el adiós ya estaba la bienvenida.


Con gente como esta, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí,  me doy por bien retribuido (Mario Benedetti)


GRACIAS POR SER DE ESA GENTE


Tome aire y vuelva pronto. Ah, una más, mientras tanto ?Que gane su equipo?.


Gabriel Martínez