Centenario

Experiencia y Vigencia

Ricardo Petracca, como Vélez Sarsfield, nació un 1º de enero pero de 1926. Lúcido, activo, verborrágico y dinámico; propietario de una memoria prodigiosa para la edad. Petracca es sin dudas uno de los tantos pilares destacados en una gran institución centenaria.

'Vélez es obra de todos, los hinchas, los socios y los dirigentes. Que Dios y Vélez nos permitan concretar los proyectos que estamos planificando para realizar una celebración diferente, única e inigualable', remarca Petracca.

“Mi  primer reminiscencia remite a la cancha de Basualdo, en la década del 30. Los jugadores entraban al estadio con una valija en la que llevaban su indumentaria, me hice compinche de uno de ellos de apellido Reta y entonces le cargaba su bolso para poder entrar gratis y ver los partidos, aunque no parezca, en mi infancia era muy atorrante, e iba solo. Vivía en Lope de Vega y Morón donde se juntaba la barra de la esquina a quienes acompañaba años mas tarde, con la consigna de ingresar colados. Treparse con una soga era una alternativa y escabullirse bajo la cubierta de zinc de la tribuna era otra opción potable. Me inscribí como asociado escolar allá por el año 38. Cuando los cotejos finalizaban saltábamos el alambrado para jugar en el terreno con la pelota de 20, y el padre de Lelo García nos corría con las ovejas, cortadoras de césped de la época, y antes de trepar el alambre para “rajar” nos mataba a patadas”, afirma con su voz gastada por los años.

 

Quien comparte estos recuerdos es Ricardo Petracca, que como Vélez nació un 1º de enero, pero de 1926. Lúcido, activo, verborragico y dinámico; propietario de una memoria prodigiosa para la edad, Petracca sigue con sus remembranzas. “Como muchos otros asociados rompí el carnet en el 40 al consumarse el descenso, y no olvido encuentros trascendentes como un 5 a 4 contra Independiente cuando nos anularon cuatro goles, y la derrota 2 a 0 frente a San Lorenzo que decretó la pérdida de la categoría. En el descenso me convertí en fanático, Vélez llevaba mucha gente y viajábamos a los distintos escenarios por los que deambulaba en las famosas “bañaderas”. Fui testigo de la inauguración del Amalfitani en el 2 a 2 con River. Mi hermano Roberto era ya un importante empresario y trabajaba codo a codo con Don Pepe, y  yo lo acompañaba  a las cenas mensuales que organizaba el Club para la recaudación de fondos y contribuciones de las fuerzas vivas”, recuerda.

 

Ricardo esta casado en segundas nupcias. Su primera esposa falleció, y tuvo cuatro hijos; los últimos dos mellizos de 19 años fruto de su segundo matrimonio. Los recuerdos continúan como un torrente. “Un día en el año 60, Amalfitani con la amabilidad que lo caracterizaba me miró y me dijo, “Usted habla mucho pero no hace nada”, a lo que yo le respondí, “Déme algo para hacer, destíneme alguna actividad”, allí comienzan mis primeros pasos como dirigente, fui representante de socios y miembro fundador de la Agrupación Amalfitani, comenta con una sonrisa.

 

El cronista lleva treinta minutos escuchando a su interlocutor, es el momento de comenzar a mover la boca y que el entrevistado conozca su voz.

 

-¿Con qué gestión arrancan sus primeras funciones ejecutivas?

-Cuando se consigue el Polideportivo, bajo la presidencia de José Ramón Feijoo. El “Gallego” me designa como Presidente del Departamento de Obras, Presidente de la Comisión de Homenaje y Mausoleo a José Amalfitani, y Presidente de la Comisión del Polideportivo, estos tres cargos fueron mi trampolín político, incluso Raúl Gámez en varias ocasiones me había propuesto para la presidencia porque valoró mi tarea en la obtención de dinero para la construcción de la platea baja y en la venta de las 336 ubicaciones que se adjudicaron.

 

 

-Uno de sus éxitos más resonantes fue el nombramiento del Amalfitani como sede del Mundial 78….

-Feijoó sostenía que Vélez tenia que ser uno de los estadios donde se disputara el Mundial, yo estaba en la AFA como integrante de la Comisión de Estadios desde el año 64, y era muy amigo del Ingeniero Russo. Un día a mediados de los 70, me enteré que por sorteo los partidos que se iban a jugar en nuestro campo se trasladaban a Central, y recuerda enfurecido, fui a la AFA, y armé un escándalo, no dejé ir al Presidente para resguardar su figura, golpeé la mesa con bronca, no me podían parar, solicité un nuevo sorteo, y denuncié que era una maniobra para sacar del medio a nuestra Institución, sostuve a rajatabla que pagaríamos la remodelación, discutí muy fuerte con Lacoste, quien mas tarde se cobró venganza y esa pelea terminó saliéndome cara. Vélez reunía todas las condiciones requeridas y exigidas por la FIFA. Finalmente tanto combate tuvo su premio, y mi obsesión de que el Club pagara las reformas se hizo realidad, defendí nuestros recursos a capa y espada, luché rubro por rubro, no acepté pagar ni por el estacionamiento ni por el tablero, que se los llevaran; de los 23 mil millones pedidos inicialmente por el Gobierno arribamos a un acuerdo de 11 mil millones, a pagarse en 40 semestres, veinte años, en pesos y sin indexación. La deuda se canceló a los once años. El estado no le regaló nada a Vélez, es una falacia, una mentira; los dirigentes negociaron bien.

 

-Por qué no cuenta la maravillosa anécdota sobre la bóveda de José Amalfitani…

-Trabajando con mi empresa en la ciudad deportiva de Boca, tuve la suerte de conocer a Quinquela Martin. El predio ubicado en el cementerio de la Chacarita ya lo habíamos conseguido pero tenía dudas sobre como debía ser el mausoleo. Entable una amistad con Quinquela y me animé a pedirle una sugerencia. El pintor de la Boca, que vivía con una humildad franciscana, me preguntó como era Don Pepe y yo le contesté, “Pedía mucho, pero la gente lo ayudaba porque el dinero aportado se plasmaba en obras, era un italiano un poco déspota, pero ese despotismo era el carácter que se necesitaba para sin plata poder llenar un vacío de 8 mts por debajo de la cota; era muy enérgico, temperamental, y profundamente honesto”, Quinquela en tono firme me aconsejó frente al terreno donde se iba a levantar el monumento, “Tome nota”, me dijo,” El piso debe ser de granito por su voluntad granítica, los cuatro costados, de cristal transparente para mostrar la honestidad y la transparencia de su alma, y el techo de acero inoxidable para exhibir su temple; por ultimo el cajón debe estar a la vista sobre el granito”. La bóveda es una gran realización para mostrarle al mundo el crecimiento de una Institución a través de un gran dirigente.

 

-¿Cómo fueron sus periodos presidenciales?

-En el año 73 me postulaban Víctor Barba y Raúl Games pero no quise aceptar, Feijoó había sido mi maestro y no quería traicionarlo, fui vocal. Le envíe un escrito ante escribano a Feijoó en el que rehusaba la primera magistratura, sin embargo el último año asumí como presidente ante la ausencia del “Gallego” por motivos laborales. Le entregué el mando a Trimarco luego reemplazado por Guerrero, y accedí a la presidencia en el año 76. Era una etapa difícil, había mermado el pago de las cuotas, se produjo una gran borratina de socios y el Club había estado dos años en manos de los militares, había que vestirlo, adecuarlo, no había plata, Vélez  andaba mal y la hinchada me puteaba, cuenta sonriendo. Pedí que no lo hicieran, había recibido un Club sin fondos, vacío. Rogué que me juzgaran luego de unos meses. Convoqué a gente de la oposición, Raúl se hizo cargo junto con otros dirigentes del fútbol profesional, quería armar un gran equipo, mostrar que éramos una entidad con aspiraciones, se incorporaron muchos jugadores valiosos, Bianchi, Alonso, Pumpido, Comas, Cucciufo, el Club se recuperó, superamos los 60000 socios, el 40% de la cuota social cubría los salarios de los jugadores y de los cerca de 500 empleados, se inauguró el Instituto con la ayuda de Pancaro y Vesprini, y más tarde el secundario, que es una de mis mayores satisfacciones. Mi gran frustración fue no ser campeón o ganar la Libertadores, pero mi conciencia esta tranquila porque hice lo imposible por lograrlo.

 

-¿Qué futbolistas admiró?

-El primero fue el arquero Rotman, luego una lista interminable, Forrester y de Saa, Spinetto, Cosso, Conde, Bianchi, Luna, Huss, Allegri, Rugilo, los héroes de la década del 90. Pero si tengo que elegir a mis ídolos, me inclino por Willington y Ferraro.

 

-Durante su primera presidencia, el Club cumplió 70 años y se escribió la Historia, ¿Cuáles son sus deseos para el Centenario?

-La pasión de mi vida fue que estemos todos adentro. Hay un folleto escrito en donde esta impreso el sueño de una integración total, que se dio en el 91, y luego se frustró. Me gustó la convocatoria de esta Comisión, es un orgullo para mí ser parte de la Comisión del Centenario, ser el presidente de este Comité, en mis ciclos presidenciales siempre invite a gente de otras agrupaciones. Tuvimos alguien, Amalfitani, que nos enseñó, nos educó y nos formó como dirigentes, que aunó esfuerzos y que dejó una matriz imborrable, en la que Vélez esta por encima de todo. Mi vocación como Presidente de la Comisión es que nadie quede al margen. Vélez es obra de todos, los hinchas, los socios y los dirigentes. Que Dios y Vélez nos permitan concretar los proyectos que estamos planificando para realizar una celebración diferente, única e inigualable.

 

Gabriel Martínez.